LA HOGUERA

Papadas iluminadas

El parlamentarismo es como un teatrillo donde la mitad del elenco ha olvidado su papel y se comporta como si hubiera bajado el telón

Pleno en el Parlament

Pleno en el Parlament / periodico

JUAN SOTO IVARS

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El sábado hubo una sesión parlamentaria triste y extraña en CatalunyaCatalunya. A falta de investidura, los grupos parlamentarios iban a pronunciar unos discursos melancólicos y admonitorios. Horas después de que la maquinaria judicial cambiase el pie a todos los bailarines de la pista, los políticos acudieron a la llamada de Roger Torrent y usaron el escaño para interpelarse unos a otros. Se habló de frustración y de irresponsabilidad, de justicia y de injusticia. Hubo mucha intensidad y mucho mirar fijamente a los oponentes a los ojos. Pero aquí viene lo inquietante: los interpelados estaban mirando el móvil. 

El parlamentarismo es como un teatrillo donde la mitad del elenco ha olvidado su papel y se comporta como si hubiera bajado el telón. El orador puede ponerse estupendo y emplear las miradas fijas y patéticas, puede sacudirlos a todos por las solapas, que lo que verá ante sí son papadas iluminadas por la luz de las pantallas. Lo inquietante aquí no es la falta de cortesía, sino lo que los diputados están recibiendo vía Twitter. No hace falta pinchar los teléfonos para adivinarlo. Pura bilis digital. Tu red siempre te dice que tú tienes toda la razón y que los que te discuten son unos chalados llenos de odio. Traduzca esto el lector en clave política y llore el equidistante todo lo que considere necesario.

Olvidarse del móvil

Las papadas blancas del hemiciclo no son un detalle intrascendente. Se ha publicado una catarata de libros que narran de primera mano lo que pasaba tras las bambalinas del procés. Todos dedican espacio a la influencia de Twitter sobre la política catalana y en particular sobre los líderes del 'procés'. En esto nos parecemos los responsables públicos y la mayoría de los ciudadanos. Nuestras redes son cámaras de resonancia donde se alternan los palmeros fanáticos y los troles vengativos. El Parlamento siempre ha sido un escenario propicio a la polarización, pero en un momento como este todos deberían levantar la mirada del móvil y escuchar a quien tienen enfrente.