Aniversario bélico

Irak: un experimento muy caro

Quince años después de la 'guerra de Bush' aún quedan muchas preguntas abiertas

De izquierda a derecha: Blair, Bush y Aznar, en el aeropuerto de la isla de Terceira, en las Azores, antes de la cumbre, el 16 de marzo del 2003.

De izquierda a derecha: Blair, Bush y Aznar, en el aeropuerto de la isla de Terceira, en las Azores, antes de la cumbre, el 16 de marzo del 2003. / periodico

PERE VILANOVA

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A 15 años vista, intentar hacer un balance de aquella 'guerra de Bush' parece fácil pero no lo es, porque subsisten muchas preguntas y dilemas. Certezas, algunas. Entre otras, el 'trío de las Azores' en realidad era un cuarteto, porque el que tomó la foto era el primer ministro de Portugal Durao Barroso, y los cuatro han salido indemnes de su responsabilidad en una guerra manifiestamente ilegal. No es solo que no tuviera el soporte favorable de una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU. Es que tenía una en contra, concretamente la 1441 del Consejo de Seguridad de noviembre del 2002.  Durao Barroso incluso fue premiado por una Unión Europea que no pasaba por sus mejores días de firmeza colectiva, y llegó a presidente de la Comisión Europea.

Las mentiras en torno a aquella decisión han sido repetidamente confirmadas. No había armas de destrucción masiva, no había conexión alguna entre Sadam Husein y Al Qaeda (al contrario, Al Qaeda consideraba a Sadam en la primera línea de gobernantes árabes a destruir).  Fue aquella guerra la que llevó al fundamentalismo islamista a territorio iraquí, sobre todo a partir del momento en que las instituciones (gobierno, parlamento y otras) pasaronn a estar gobernadas por los shiís.

¿Se trataba solo del petróleo? En buena parte, por supuesto, pero había otras razones de geopolítica por parte de EEUU, y eran de peso. Por un lado, nada menos que 'redibujar' el mapa de Oriente Próximo, modificando incluso varios de sus gobiernos, por otro lado extender la hegemonía militar hasta vincular una supuesta victoria militar en Irak con otra guerra en curso (iniciada a finales del 2001) en Afganistán. Y, sobre todo, ensayar a gran escala un experimento que habrá salido muy caro, que podemos llamar 'ingeniería constitucional', y que consiste en hacer 'import-export' de modelos institucionales 'manu militari'. Al final, el balance está a la vista.