Análisis

Investidura exprés fallida

Paseo lo que pase, la convocatoria exprés del debate no habrá sido inútil, al menos habrá servido para activar el calendario

Jordi Turull interviene en el pleno de investidura

Jordi Turull interviene en el pleno de investidura / FERRAN NADEU

ASTRID BARRIO

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La convocatoria exprés del debate de investiduradebate de investidura para someter a la consideración de la cámara la candidatura de Jordi Turull al poco de saberse que el juez Llarena había citado para el viernes día 23 al propio Turull,  a los  'exconsellers' Josep Rull, Dolors Bassa y Raül Romeva, a la expresidenta del Parlament Carme Forcadell y a la número dos de ERC, Marta Rovira, para para notificarles el auto de procesamiento sólo tenía un propósito: que Turull compareciese ante el juez como presidente de la Generalitat. De ese modo, si el juez Llarena decidía encarcelarlo nuevamente de manera cautelar acusado de rebelión y de sedición, esta vez encarcelaría al presidente de la Generalitat, algo que indudablemente daría otra dimensión al asunto y reforzaría los argumentos del independentismo. 

Tras el fracaso de la vía unilateral el independentismo ha optado por tratar de justificar su legítima aspiración política como una causa justa provocada por los presuntos abusos e injusticias a los que es sometido por parte de un Estado opresor. La huida disfrazada de exilio del expresidente Puigdemont y la más reciente de Ana Gabriel, ambos argumentando que en España se les persigue por sus ideas políticas y que sus derechos no están garantizados forman parte de esta estrategia. Al igual que la propuesta de Jordi Sànchez como candidato a sabiendas de que en su actual situación no podría ejercer  como presidente con normalidad.  ¿Y qué mejor para ahondar en dicha estrategia que poder exhibir a un presidente de la Generalitat compareciendo ante el juez y quizá encarcelado?

Nuevo órdago

Pero es sabido que Turull no contaba con el apoyo de la mayoría de la cámara. A las diferencias entre JxCat, PDECat y ERC, no hay que olvidar que el martes el portavoz de JxCat,  Eduard Pujol, desmentía a la 'exconsellera' Serret cuando anunció que tras la renuncia de Jordi Sànchez, Turull sería el nuevo candidato, hay que añadir que la CUP ya había expresado su escasa predisposición a darle apoyo. Por lo que  en medio de este desorden la citación del juez Llarena ha tenido la virtud de servir para precipitar los acontecimientos. 

JxCat, PDECat y ERC han cerrado filas alrededor de Turull y arriesgadamente dados los antecedentes, han sometido a la CUP a un nuevo órdago: sus votos resultaban imprescindibles para investir a Turull en primera vuelta y para poder comparecer ante el juez como presidente. Pero la CUP no ha dado su brazo a torcer. Ni le convence el candidato ni le convence el programa porque a su juicio no se compromete lo suficiente con la implementación de la república ni le parece suficiente que Turull se someta a una cuestión de confianza en un plazo breve.

La investidura exprés no ha conseguido su objetivo y hoy Turull no comparece ante el juez como presidente. Si el juez Llarena no osa encarcelar a un candidato en medio de un debate de investidura, el sábado puede tener una segunda oportunidad. En ese caso y siendo solo necesaria la mayoría simple sería presidente si logra dos síes de CUP o si sus compañeros de Bruselas renuncian a sus actas. Pero pase lo que pase la investidura exprés fallida no habrá sido del todo inútil, al menos habrá servido para activar el calendario.