Intangibles

Sin innovación social no hay bienestar

Uno de los robots presentados en el Mobile World Congress.

Uno de los robots presentados en el Mobile World Congress.

Daniel Ortiz

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Los cambios demográficos y culturales (la esperanza de vida se alarga y los mayores desean vivir la vejez de otra manera), económicos (el futuro de las pensiones está en el aire) y tecnológicos (cada vez disponemos de herramientas más potentes de apoyo y cuidado a las personas), nos obligan a replantear los sistemas de atención a las personas dependientes y a los colectivos más vulnerables de la sociedad. En realidad, y en sintonía con las grandes tendencias a nivel europeo y global, nos encontramos en plena transición de un sistema de atención tradicional e institucionalizada (basada en centros residenciales, servicios rígidos e impersonales, etc.) hacia un nuevo modelo de atención comunitaria centrada en la persona. Es decir, un nuevo paradigma que sea capaz de respetar y promover los derechos y libertades de los beneficiarios (intimidad, personalización, autonomía, participación, etc.). Precisamente con esta finalidad la Taula d’Entitats del Tercer Sector Social de Catalunya ha promovido la Estratègia COM3.

En este sentido, es evidente que hay que atreverse a pensar y actuar out of the box, incluso rompiendo moldes, si es preciso. Una reciente jornada organizada por Ship2B en el Palau Macaya ha servido para reflexionar sobre esta cuestión, poniendo el foco en la necesidad de desarrollar un ecosistema de innovación centrado en los sectores social y sanitario. Se trata de impulsar una sólida red entre los principales actores públicos y privados, proyectos start-up, inversores, universidades y centros de I+D, etc. con el objetivo de promover la colaboración y el emprendimiento social. Oriol Alcoba subrayó que para poder hablar de un auténtico ecosistema innovador es imprescindible lograr un elevado nivel de densidad, diversidad y conectividad entre los participantes. Mientras que Manel Balcells advirtió sobre la necesidad de reforzar los mecanismos de transferencia entre los sectores social y sanitario, y sugirió que uno de los grandes beneficiarios podría ser el colectivo de personas que padecen soledad no deseada.

Los grandes eventos como el Mobile World Congress, recientemente finalizado, se han convertido también en importantes catalizadores de este proceso, puesto que disponen de un enorme potencial de conocimiento y recursos para impulsar iniciativas como el M4Social, cuya finalidad es precisamente conectar la acción social y el mundo tecnológico. Se trata de acelerar la transformación digital en todos los procesos de atención a las personas, contribuyendo al empoderamiento de la ciudadanía y las entidades sociales. En suma, puesto que las cosas no ocurren solas, es preciso diseñar e impulsar una estrategia global para desarrollar un ecosistema de innovación social (sociosanitaria, en este caso) capaz de dar respuesta a los grandes desafíos sociales y demográficos. Sólo así, promoviendo sistemáticamente la innovación y el emprendimiento social, será posible preservar e incrementar el bienestar de la ciudadanía y, especialmente, de los colectivos más vulnerables.