Tura y las mimosas

No es normal llorar después de leer un libro que ha ganado un premio de ensayo y que es una "reivindicación del catalanismo ‘rabassaire’". Lo que pasa es que 'República pagesa', de Montserrat Tura, no es solo un espléndido friso de la historia de Catalunya a lo largo de más de 100 años -desde mediados del siglo XIX hasta los años 50 del siglo XX-, sino que, con el fundamento y el trasfondo de las peripecias familiares de una saga, la de los Tura de Mollet, consigue conectar los grandes eventos con la lucha cotidiana por la supervivencia o, como decían sus predecesores, con el “culto a la dignidad”. En una tarea ardua, a medio camino de la concisión de los datos y del retrato íntimo, Tura honra la memoria de los seres anónimos, en la línea que reclamaba Walter Benjamin: "La construcción histórica se consagra a la memoria de los que no tienen nombre".

Los Tura -el bisabuelo, el abuelo, el padre, el tío asesinado en Mauthausen, las mujeres, los muertos y los perseguidos, los represaliados, los líderes del campo y de la solidaridad campesina- tenían nombre, pero ahora tienen presencia en nuestras vidas como símbolo. Como le decía su padre, Esteve: "Nunca dejaron de buscar mimosas en los caminos de la guerra y el exilio porque la flor amarilla era una bandera de esperanza". Incluso "en medio de los inviernos más crudos".  Llena de instantes poéticos, esta República pagesa enseña y emociona. Es una perdurable lección de integridad.