Peccata minuta

Puigdemont tenía un gallo

Los debates que pueda mantener con Comín o con sus asiduos visitantes solo sirven para reconfirmarle en su extrema convicción de que la tierra es cuadrada, los niños vienen de Bruselas y -como en el corrido- él sigue siendo el rey

Carles Puigdemont reunido, en Bruselas, con los diputados de su partido.

Carles Puigdemont reunido, en Bruselas, con los diputados de su partido. / periodico

Joan Ollé

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En 1972, los hermanos Paolo y Vittorio Taviani rodaron su tercera  película, 'San Michele aveva un gallo', título también de una 'filastrocca' (canción infantil rimada) que dice así: “'San Michele aveva un gallo/ bianco, rosso, verde e giallo / e per farlo ben cantare / lui gli dava da mangiare: / panettone, latte e miele; / che simpatico Michele!'"

El guion del filme, adaptación libre del relato 'Lo divino y lo humano', de Tolstoi, nos cuenta como en 1870 el anarquista Giulio Manieri lidera a un grupo de compañeros en un intento revolucionario de poca monta en Città della Pieve, un pequeño pueblo de la Umbría, que culmina en un fiasco inevitable y le acarrea la condena a muerte. La pena le es conmutada por la de cadena perpetua, y Manieri vive los interminables días de confinamiento manteniendo, para ejercitarse, encendidos debates políticos consigo mismo, actividad que le permite sobrevivir en el aislamiento, pero que día a dia va deslizándole hacia la locura.

Pasados 10 años, se decide trasladarle a otra prisión. Durante el viaje en barca hacia su nuevo destino, en la laguna de Venecia, otra barca que conduce al mismo penal a un grupo de jóvenes subversivos se cruza con la suya. Convencido de encontrar en ellos un sentimiento común y poder reanudar juntos el debate que durante años ha mantenido a solas, descubre, en cambio, que su idealismo utópico y sus métodos de lucha no son compartidos, sino  rechazados e incluso ridiculizados por esta nueva generación de rebeldes, animados por una estrategia política radicalmente diferente, menos soñadora y más concreta, basada en el análisis científico de la realidad y convencidos de no poder asistir en primera persona a los grandes cambios por los que luchan, pero sí de trabajar para que estos puedan materializarse en el futuro. Profundamente decepcionado por este encuentro, sintiéndose inútil y sobrepasado por la historia, decide lanzarse al agua, en la que muere ahogado.

Leche y miel para que siga cantando

No, no deseo en manera alguna que Puigdemont perezca ahogado en la laguna véneta -ni en lago de Banyoles- ni que los encarcelados pasen un solo día más entre rejas; es más: me encantaría que la oscura justicia española, por indicación de Estraburgo o de quien sea,  se viese forzada a reparar a la de ya los excesos cometidos en materia de prisión preventiva.

Puigdemont no está solo, pero, visto lo visto, parece que los debates que pueda mantener con Comín o con los asiduos visitantes que le llevan en un cesto 'panetonne', leche y miel para que siga cantando, solo sirven para reconfirmarle en su extrema convicción de que la tierra es cuadrada, los niños vienen de Bruselas y -como en el corrido- él sigue siendo el rey. Y lo más curioso del caso es que muchos le hacen caso. ¡'Che simpatico Michele'!