Las consecuencias económicas de la DUI

La economía resistió por las exportaciones, pero la inversión en el trimestre se desplomó

Joan Tapia

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La declaración de independencia de octubre llegó acompañada de una gran alarma económica porque buen número de sociedades -empezando por los dos bancos catalanes, que están entre los cinco grandes españoles- anunciaron el traslado de su sede social y hubo una fuerte caída de visitantes extranjeros.

Ahora el Idescat -poco sospechoso de partidismo- ha publicado los datos del 2017 y es posible analizar con objetividad lo sucedido. Lo primero a subrayar es que no ha habido catástrofe. Por dos motivos: a corto plazo era difícil y el sector industrial catalán es competitivo y la exportación ha tirado con fuerza en una Europa en plena recuperación.

El PIB creció el año pasado el 3,5%, cuatro décimas más que el español, porque el peso de la industria es mayor, y en el último trimestre -objeto de este análisis- el ritmo no se alteró. La economía catalana creció una décima más que la española (0,8% contra 0,7%).

Cosas preocupantes en el PIB

Pero la segunda nota a destacar es que en la evolución del PIP hay cosas preocupantes. Por sectores vemos que el crecimiento se centró en la industria (1,9%) y la construcción (1,7%) mientras que el sector servicios lo hizo solo en un 0,4%. Y dentro de ellos, el subsector comercio, transportes y hostelería tuvo un crecimiento cero. ¡Cuidado!

La demanda interna se estancó de repente (crecimiento cero cuando en el año subió un 2,6%) y el esencial consumo de las familias se paralizó. Mas grave todavía es lo sucedido con la inversión, que bajó un 0,8% cuando en el año creció a un ritmo del 3,9%. Y la inversión en bienes de equipo se desplomó nada menos que un 1,6% cuando subía a un ritmo del 3,4%. Este dato alarma porque el futuro depende de la inversión.  

Si la economía interior no creció, ¿por qué el PIP lo hizo a un ritmo del 0,8%? Por el fuerte tirón de las exportaciones, un 3%, y el menor aumento de las importaciones (0,6%) por la atonía del consumo interno. Tercera nota, sin el 27-O habríamos crecido más.  

La economía catalana superó así el golpe del 27-O porque su industria es resiliente, en especial en una Europa que experimenta su mayor crecimiento desde la crisis. Pero acusó el golpe y se truncó el ritmo inversor. Cuarta nota, si el parón inversor continuara, sería muy peligroso, porque indicaría no una desaceleración sino algo mucho más grave: una pérdida de atractivo económico que afectaría con rapidez al empleo. Por eso es esencial que se forme rápidamente un Govern que genere confianza en el futuro y que, como ha insistido Andreu Mas-Colell, haya presupuesto.

Los datos del primer trimestre apuntan bien. Sin gobierno, pero sin ruptura del marco político se recobra algo el ánimo. Pero la clave será lo que pase con la inversión en el 2018. La del primer trimestre debería reaccionar algo por el efecto rebote, la incógnita es el resto del año. Motivo de más para que el Parlament, por encima de la división entre sus dos mitades -y de la guerra interna secesionista entre Carles Puigdemont y ERC- sepa que hoy lo más urgente en Catalunya es tener un gobierno. ¡Ya!