Las canciones nunca hacen ruido

Lo siento, sinceramente, no haber sabido interesarme por lo que cantan muchos grupos musicales de hoy. Admiro, eso sí, su capacidad instrumental y la fuerza de proyección que los caracteriza. Pero yo soy un viejo amigo de las canciones, que tienen un antecedente muy lejano. Se sabe que hacia el año 1520 apareció un nuevo tipo de canción, la 'chanson' parisina, que tenía su origen en los trovadores. También muchos años después, la forma musical se supeditaba a la expresión poética. A las palabras.

Progresivamente, la poesía y la música se fueron superando. Que es como decir que la voz y los instrumentos se independizaban. Así, en mi tiempo, se celebraban recitales de poemas y recitales de canciones. La percusión instrumental ha sido decisiva para poner a prueba la calidad de su poder.

Los violines, los saxos, el clarinete, la guitarra tienen unos límites de protagonismo sonoro, mientras que los instrumentos electrónicos tienen un poder considerable.

Pero la potencia es un valor que puede ser inadecuado en muchos casos. La persona que habla con una voz fuerte, contundente, aunque no tenga ninguna razón, parece que tenga que ser más considerada. A menudo, además, renuncia a una posible credibilidad. Las exageraciones no tienen crédito.

Considero admirable, discreta y a la vez profunda, la delicadeza de una canción francesa que traduzco: "Aunque le muerde la niebla, la viejecita recoge ramas muertas del bosque para calentar al buen hombre, el hombre que morirá porque ha llegado su hora. El hombre que había amado y que ella amaba... "

El lector comprenderá que una canción puede ser tan sencilla como profunda. Solo con una voz sabia, bien matizada y el subrayado discreto de una guitarra. ¿Tendría éxito, hoy, un grupo de cantantes que se llamaran Los Anticuados?