LA CLAVE

¿La República era esto?

La mayoría independentista del Parlament aún no ha descubierto las virtudes terapéuticas de la sinceridad: "La verdad os hará libres"

Una cámara graba ayer la intervención de Puigdemont en Bruselas.

Una cámara graba ayer la intervención de Puigdemont en Bruselas.

ENRIC HERNÀNDEZ

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El inexcusable empatanamiento de la política catalana -sin autonomía, sin Govern, con un Parlament en punto muerto...- no se explica solo por el 155, ni por los políticos presos, imputados o voluntariamente expatriados. Es el desencuentro entre las fuerzas independendistas, incapaces de pactar un programa y un candidato para la investidura, lo que puede abocar a los catalanes a otras elecciones. Es clave recordar de dónde venimos para entender dónde estamos. No nos cansaremos de hacerlo, aunque moleste a los propensos a la amnesia. Bastará con evocar tres pronunciamientos de Carles Puigdemont durante el 2017.

Bruselas, 24 de enero. "Podéis estar seguros de que Catalunya decidirá libremente su futuro mediante un referéndum legítimo, legal, con todas las garantías democráticas, eficaz y vinculante. Europa no podrá mirar a otro lado; deberá ser parte de la solución."

Parlament, 10 de octubre. "Desde el día siguiente del referéndum se han puesto en marcha diferentes iniciativas de mediación a nivel nacional, estatal e internacional. Algunas son públicas; otras aún no lo son, pero lo serán."

Palau de la Generalitat, 26 de octubre. "Para que se entienda: no tenemos nada. No tenemos estructuras de Estado, no tenemos a los Mossos, no tenemos ningún fondo económico, no tenemos ningún mediador internacional."

UN ESPEJISMO

Huelga decir que las dos primeras intervenciones se produjeron ante las cámaras. La tercera, recogida por Oriol March en su libro Los entresijos del procés, fue la respuesta de Puigdemont a quienes a puerta cerrada se oponían a su voluntad de convocar elecciones para evitar el 155. El perspicaz lector no albergará dudas sobre cuándo mentía Puigdemont y en qué ocasión decía la verdad.

Desafortunadamente, la mayoría independentista del Parlament aún no ha descubierto las propiedades terapéuticas de la sinceridad: «La verdad os hará libres.» Ni el triunfo del 21-D le ha bastado para confesar a su electorado que todo fue, seamos benévolos, un espejismo. No es extraño que muchos independentistas de buena fe se pregunten si la República era esto.