LA CLAVE

Una revolución de largo aliento

Si la mujer conquistó en el siglo XX el espacio público, el XXI será, está siendo ya, el de la conquista de la igualdad en ese espacio

Manifestación feminista en Bilbao

Manifestación feminista en Bilbao / periodico

LUIS MAURI

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La revolución feminista no es un anhelo. No es algo que esté por llegar. La revolución feminista ya está aquí, y no nació este 8-M histórico. Es un proceso de largo aliento, con intermitencias, a veces sordo, con avances estructurales y retrocesos coyunturales, que está transformando radicalmente el mundo desde hace ya más de un siglo.

En Occidente, las mujeres conquistaron en el siglo XX el espacio público: el voto, la independencia de los hombres de la familia, el divorcio, el acceso generalizado a los estudios superiores y al trabajo, la liberación sexual, los anticonceptivos, el derecho al aborto. La capacidad de controlar la maternidad supuso sin duda una cumbre trascendental de ese proceso revolucionario.

La teoría feminista

También el siglo pasado cristalizó la teorización del feminismo. Mejor dicho: de los feminismos. El enfoque no puede ser el mismo para una universitaria española, una proletaria negra de Los Ángeles, la esposa de un jeque saudí, su sirvienta indonesia o la madre de la niña que va a sufrir una ablación de clítoris en un poblado africano o en un suburbio de París.

Si el siglo XX fue el de la conquista del espacio público, el XXI será, está siendo ya, el de la conquista de la igualdad en ese espacio. No es una revolución distinta, es una nueva fase del proceso que pusieron en marcha las sufragistas inglesasy las obreras textiles de Nueva York y Chicago.

La próxima frontera

El colosal calibre de este 8-M puede indicar que la revolución feminista está cerca de dar un nuevo salto de gigante. En Occidente, las fronteras inmediatas son la igualdad salarial y la lucha contra el acoso. La obligatoriedad de los permisos laborales por paternidad sería un arma estratégica para alcanzar el primero de estos objetivos. Esta medida supondría un hachazo a la discriminación laboral de las mujeres en edad fértil. Y transformaría de forma radical la estructura familiar y la transmisión en su seno de los patrones de género.

La humanidad soñó en el siglo XX con grandes revoluciones. Quizá la feminista nos acerque en el XXI a alguno de aquellos sueños rotos.