De copiones a copiados

Episodio uno: autarquía. El Gobierno español decide motorizar el país y compra el modelo italiano. Se crea Seat a imagen y semejanza de Fiat, y es el popular '600', diseño de Dante Giacosa, el modelo que obra el milagro.

Episodio dos: normalización. La entrada de España en la Comunidad Europea no permitía empresas estatales de automoción.  Se preparó la operación de venta a Fiat, pero esta al final la rechazó. Entonces Seat, en solitario, decidió lanzar un modelo nuevo, el 'Ronda', que inauguraría la costumbre de bautizar sus creaciones con nombres de ciudades españolas. Estaba basado en el 'Ritmo' de Fiat, pero incorporando notables cambios en la carrocería según un pacto con la propia Fiat. Pero aun y así, contrariada, lo denunció como copia.

Para defenderse, Seat construyó un curioso ejemplar pintado de negro, donde se habían destacado en amarillo todas las piezas diferentes y lo llevó a la corte arbitral de París en 1983 para compararlo. Ganó la demanda e inició su propio camino cuyo potencial valoró el Grupo VW al adquirirla poco después. Este curioso ejemplar de vehículo, que asemeja un taxi barcelonés, se custodia en una nave de Zona Franca, donde estuvo la primera fábrica. También allí se atesora un curioso 'Papamóvil', fabricado en 1982 sobre el chasis del 'Panda', cuando se comprobó que el modelo papal no pasaba por la entrada del estadio del Barça. Otra curiosidad de esta colección es el 'Ibiza' que Juan Carlos I regaló a su hijo Felipe al cumplir este 18 años para que aprendiese a conducir.

Episodio tres: globalización. Seat es la única marca que abarca aquí su ciclo integral: diseño, desarrollo, fabricación y comercialización. Desde su Design Center creado en el 2007 y dirigido por Alejando Mesonero-Romanos -por primera vez un diseñador español- se ha desarrollado íntegramente el 'Arona' y el 'Ateca'. Los procesos de fabricación robotizados son copiados por otros fabricantes, y paradójicamente, el modelo 'Audi Q3' fabricado en Martorell, obtiene reconocimiento internacional por su calidad.

Durante el franquismo, las empresas nacionales salían afuera protegidas por el Estado y tenían manga ancha para fusilarlo todo. Eso sí, en sus copias introducían "algunas 'peoras'": menos prestaciones y materiales inferiores para bajar el precio. Hoy este truco ya no sirve, se exige cierta excelencia en la investigación y el proceso creativo.

Es mejor que te copien.