La discriminación está en todas partes

Los ejemplos de Colau y Chacón demuestran que la maternidad no está reñida con el ejercicio de cargos de máxima responsabilidad pública

Informadores contra el acoso sexual amparado en el ocio nocturno atienden en un estand en Barcelona.

Informadores contra el acoso sexual amparado en el ocio nocturno atienden en un estand en Barcelona. / periodico

Argelia Queralt Jiménez

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Se ha notado que en Barcelona tenemos una alcaldesa y un equipo comprometido con la igualdad de género: por primera vez hemos visto la ciudad vestida de carteles contra la violencia de género o por los regalos de Navidad no sexistas. El embarazo y parto de Ada Colau nos ha permitido comprobar, como en su momento pasó con la etapa de ministra de Carme Chacón, que la maternidad no está reñida con el ejercicio de cargos de máxima responsabilidad pública.

Sin embargo, esta imagen de mejora no se traslada a nuestras vidas. Soy mujer, profesora universitaria, madre, con una vida familiar de gestión compleja. Hoy el ámbito doméstico es el único en el que disfruto de una relación igualitaria. Tengo, en palabras de Virginia Woolf, mi habitación propia.

Es en la esfera pública donde la desigualdad se hace patente. Me considero una buena profesional, reconocida por mis colegas. No obstante, cada mañana vivo con que he sido discriminada por mi universidad por ser madre y por haber disfrutado de permisos de maternidad: un derecho que se me ha vuelto en contra. Por ello he sido preterida en mi consolidación (como otras compañeras) pese a contar con todos los requisitos para hacerlo (¡incluso siendo madre!). La falta de consolidación ha supuesto, además, que en los últimos años, pese a tener un currículum excelente según las agencias de evaluación, haya tenido que costearme seminarios y estancias en el extranjero. También supone que tenga que seguir dependiendo de terceros (tras 19 años de carrera), normalmente hombres, para solicitar o participar de proyectos de investigación.

En definitiva, aquella discriminación descarada sigue acarreando perjuicios al desarrollo de mi carrera profesional: ¿quién me devolverá todo lo invertido o lo no hecho por falta de financiación? Una discriminación no es un hecho puntual que le pase a una mujer en un momento concreto. La discriminación tiene consecuencias que se dilatan en el tiempo, condicionando nuestro futuro.

Reconocimiento

Mis colegas hombres, en general, reconocen que la desigualdad existe, pero eso no impide que se sientan molestos cuando exigimos la presencia de expertas en todos tipo de actos académicos. Nuestra ausencia no les molesta, no les extraña, no entienden que a nosotras nos ofende porque nos silencian, ignoran nuestros logros, nos obvian. Porque queremos que nuestra voz sea escuchada con la misma autoridad que la suya. Sí, también somos ambiciosas y queremos que nuestro trabajo sea reconocido. Eso no es solo cosa de hombres.

Pese a lo descrito me siento una privilegiada porque no he sido acosada ni laboral ni sexualmente. Cobro lo mismo que mis colegas. No he sido maltratada. Y, como decía, vivo en una relación "corresponsable". Eso no me impide obviar el trato discriminatorio al que son sometidas cientos de miles de mujeres en nuestra ciudad cada día. Porque, pese a lo que pretenden hacernos creer, todas somos susceptibles de ser discriminadas, si no lo hemos sido ya, por el solo hecho de ser mujeres. ¿Hasta cuándo lo permitiremos?