LA CLAVE
La economía invisible y el 8-M
Se trata de una huelga que pretende poner en valor el menosprecio hacia el trabajo de las mujeres
Albert Sáez
Director de EL PERIÓDICO
Soy periodista. Ahora en EL PERIÓDICO. También doy clases en la Facultat de Comunicació Blanquerna de la Universitat Ramon Llull.
A muchos nos ha costado entender la huelga feminista del 8-M. No por las razones, que están más que justificadas, sino por las formas. ¿Por qué los hombres no deben parar el jueves?, les hemos preguntado a las organizadoras desde la mentalidad patriarcal y androcéntrica. La respuesta resulta más que evidente: no se trata de parar el país ni de causar daño en la cuenta de resultados de las empresas o instituciones. De lo que se trata es de abrir los ojos a los que se mantienen interesadamente ciegos para mantener sus actuales ventajas y, en algunos casos, privilegios. La ausencia de las mujeres en sus puestos de trabajo no pretende otra cosa que hacer visible su cotidiana invisibilidad. Harán bien los jerifaltes, pero también los más humildes trabajadores masculinos, en observar lo que pasa el jueves: los procesos serán más lentos y menos precisos, menos inteligentes, las decisiones más unilaterales, los razonamientos más pobres… Verán, en definitiva, que el trabajo no sale sin la decisiva, pero no reconocida, aportación femenina. Los altos directivos comprobarán algo más lacerante: el porcentaje de trabajadores en huelga será muy superior al de los salarios descontados en la partida de personal. Vaya, que las mujeres cobran menos, realidad que niegan sistemáticamente cuando se les pregunta. Y si tienen dudas, al llegar a casa después de tener que esforzarse el doble, deberán seguir trabajando.
El experimento saldrá bien porque la causa no solo es justa sino evidente. Y el éxito nos puede ayudar a introducir una nueva perspectiva en el análisis económico para salir de la desazón actual. La economía de los intangibles, que ha servido para poner en valor activos como las marcas o la reputación, sería interesante aplicarla también a las relaciones laborales, tanto para medir la aportación de los trabajadores como de las empresas. Por lo que respeta a los trabajadores no aportan más solo los que más facturan o mejor despiden, sino que también aportan –y mucho- los que se comprometen, los que ayudan a crear y mantener equipos, los disruptivos, aunque resulten díscolos y los creativos, aunque sean indisciplinados. De igual manera que las empresas no solo tienen que mejorar el salario material sino también el emocional. Hacer visible lo invisible.
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