La clave

Una brigada político-social en los Mossos

Los cimientos del país temblaban cuando el tripartito intentó frenar los abusos policiales. Hoy no tiemblan ni los tabiques conejeros al descubrirse que la polícía catalana controlaba a políticos y periodistas

Dos agentes de los Mossos

Dos agentes de los Mossos / periodico

LUIS MAURI

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El descubrimiento de una suerte de brigada político-social en los Mossos, que controlaba y espiaba a políticos y periodistas e intentaba piratear bases de datos de ciudadanos, sugiere una interesante retrospectiva.

A partir del 2006, Joan Saura, 'conseller' de Interior del Gobierno de José Montilla, se empeñó en poner coto a los abusos policiales. Impulsó el código ético de los Mossos, instaló cámaras en las comisarías y denunció las abominables escenas que grabaron algunas de ellas.

'Fatwa' contra Saura

De pronto, temblaban los cimientos de la nación. El corporativismo policial y la derecha nacionalista y su conglomerado mediático dictaron una 'fatwa' contra Saura. El 'conseller' fue fustigado, ridiculizado, vilipendiado y humillado. Los convergentes creían haber hallado la brecha definitiva en el inestable edificio del tripartito.

El regreso de la derecha nacionalista al poder en el 2010 supuso la derogación del código ético de los Mossos y la vuelta al disimulo institucional de los abusos. Aún resuena en el Parlament el eco de las falsedades del 'conseller' Felip Puig sobre la mutilación de Ester Quintana por un proyectil de los Mossos. Y las hemerotecas dan fe de los intentos de su sucesor Ramon Espadaler y del jefe de los Mossos, Josep Lluís Trapero, de desacreditar las investigaciones sobre la muerte de Juan Andrés Benítez, que fue apaleado en la calle por una patrulla.

Endiosando a Trapero

Entre el 2010 y el 2016 hubo un goteo de condenas por abusos policiales. En agosto del 2017, la reacción de los Mossos al atentado yihadista de Barcelona brindó a la policía catalana la ocasión de congraciarse con la ciudadanía y al Gobierno independentista, de presumir de estructura de Estado.

Mientras la conmoción ciudadana y la propaganda secesionista endiosaban a Trapero, la brigada político-social de los Mossos seguía a lo suyo. La víspera de la aprobación del 155, intentó destruir documentos reveladores de sus actividades ilegales. Hoy, está al descubierto pero no tiemblan los cimientos de la nación, ni siquiera los tabiques conejeros. Cómo cambian los tiempos, ¿verdad?