ANÁLISIS

Valverde no fue de los mejores en Las Palmas

Todo continúa dependiendo exageradamente de que no se canse Messi

Ernesto Valverde da instrucciones durante el Las Palmas-Barça.

Ernesto Valverde da instrucciones durante el Las Palmas-Barça. / periodico

Antonio Bigatá

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Empiezan a soplar malos vientos en contra del Barça. En el frente exterior, en lo que no depende directamente de él, no sólo le falló estrepitosamente el París SG en el partido del Bernabéu sino que la lesión de Neymar le pone todavía más difícil esa eliminatoria que juega a través de equipo interpuesto. ¿Di María ora pro nobis? Pues sí, serán las piernas de Di María la representación barcelonista en el partido de vuelta de la Champions. Pero aunque Di María esté muy rebotado con su antiguo club lo de hundirlo puede ser superior a sus fuerzas. Incluso si le ayuda mucho Cavani, otro que arde en deseos de demostrarle al mundo que el PSG son bastantes más cosas que las filigranas de Ney. Pero mal que le pese al Barça el Madrid es mucho Madrid, y más cuando ha logrado desclavar las grapas del ataúd en el que se había metido con sus errores. El Madrid europeo es un mal viento para el barcelonismo.

Pero tampoco son buenos los aires que soplaron en Las Palmas. El peor, que Leo Messi parece un poco cansado tanto física como mentalmente. Es el mejor pero en ese partido al dios le pasó algo poco habitual: quiso y a veces no pudo. Asimismo silbó en nuestros oídos el descaro de la actuación arbitral en contra, que fue sistemática y eficiente. Mateu Lahoz perdonó una expulsión muy clara del portero canario que se llevó la pelota con la mano estando fuera del área, pero se superó con lo del penalti. Nunca sabremos si fue su ego lo que le llevó a inventárselo después de que se hubiese aireado convenientemente que los barcelonistas llevaban demasiados partidos sin cometerlos, o si alguien ha dado un puñetazo encima de la mesa reactualizando viejas consignas. En los últimos tiempos el Barça no ha dejado de tener arbitrajes en contra (goles no reconocidos, infinitas tarjetas amarillas adversarias ignoradas), pero existía cierta voluntad de disimulo y ésta desapareció radicalmente en Canarias.

De todos modos lo más preocupante fue por una vez el propio Barça. Por primera vez Valverde se equivocó en cosas fundamentales. Era un partido relativamente fácil frente a un equipo que domina mejor el peloteo que la guerra, y en vez de plantear un asedio con fútbol desbordante alineó un once de trabajo resistente. Esa es la lectura que puede hacerse de la presencia inicial de Aleix Vidal (un luchador nato) y Paulinho (que hace tiempo que no marca y atraviesa una etapa declinante) en vez de Dembélé Coutinho, que acabaron a muy buen nivel la tarde del Girona. En estos momentos Valverde prefiere completar el once con hombres que aportan más trote y apuesta menos por los reservas estilistas. Fíjense, sin ir más lejos, en lo poco que alinea últimamente a Denis André Gomes. Y el partido fácil se encasquilló porque la gran superioridad del Barça -Las Palmas estuvo muy flojo- no se tradujo ni en una buena insistencia atacante ni en una clara ventaja en el marcador.

La lentitud del técnico

El segundo desacierto del técnico vasco fue su propia lentitud. Tardó demasiado en efectuar unos cambios revulsivos de modo que Coutinho Dembélé salieron al campo cuando sus compañeros ya estaban descentrados, imprecisos y cansados, y cuando enfrente los de Las Palmas ya se multiplicaban desesperadamente sacando fuerzas de flaqueza para luchar muchísimo y perder tiempo con el objetivo de mantener el punto que inesperadamente les había ofrecido Mateu Lahoz.

Que nadie se desespere, pero la temporada requiere en este momento un buen esfuerzo del Barça y los seguidores temen que se haya diluido un poco el estado de gracia y puesta a punto que hubo en la primera vuelta. De momento los refuerzos parecen buenos pero no mejoran el rendimiento global del equipo, y de momento todo continúa dependiendo exageradamente de que no se canse Messi. Y para ganar al Las Palmas el actual Barça debería tener fuerzas suficientes como para no necesitarle y para dejarle descansar tranquilamente de cara a lo realmente difícil que viene. Eso es lo que ha de conseguir Valverde.