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Josep Maria Romero: "El pilotaje de drones creará bastante trabajo"

La pasión por el vuelo que heredó de su madre y su abuelo conecta con su actual avidez y oficio como piloto de dron

CARME ESCALES

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Los drones ya son uno más entre nosotros. Gracias al viaje de esos objetos voladores sí identificados, pequeñas aeronaves sin tripulación controladas a distancia, el baño de nieve en nuestros paisajes, sobre tejados y bajo ruedas de camiones y coches retenidos en los márgenes de las vías de circulación enriquecen estos días la información audiovisual. En su origen, esas máquinas echaron a volar con fines bélicos en la mente de estrategas militares. Nacieron para matar. Pero, por el bien de todos, otros muchos campos de aplicación, además de una joven ley de seguridad–de este año– los invitan a quedarse para ayudarnos a vivir más y mejor.

-¿Cómo nos ayuda a vivir más un dron?

-Los equipos de emergencias se valen de ellos en rescates, para localizar heridos o llevar hasta ellos útiles para la supervivencia, por ejemplo. Hemos visto ya en acción drones provistos de desfibriladores. Pero también su utilidad en la detección y seguimiento de incendios, o luchando contra una plaga de oruga procesionaria, inyectándoles con el dron veneno para acabar con ellas.

-¿Todo son ventajas?

-Siempre que se utilicen de manera responsable, desde la ética que garantiza el respeto a la intimidad, el dron facilita y facilitará aún más la vida. Y creará bastantes puestos de trabajo por sus amplias posibilidades.

-¿Cómo llegaron a su vida los drones?

-A mí siempre me había gustado mucho volar. Mi madre, con 16 años, fue la primera mujer piloto de avioneta de recreo en España, a finales de los años 50. Su padre fundó el aeródromo de Sabadell. Desde allí me pasé toda la infancia y adolescencia despegando hacia las Baleares. Hasta que mi tío y sus acompañantes tuvieron un accidente con la avioneta y fallecieron. Aquello me marcó. Continué volando, pero nunca me saqué el título de piloto de avioneta.

-Gracias a sus drones, ahora vuela con los pies sobre la Tierra.

-Exacto, ahora la precaución es lo primero, pilotando drones o ultraligeros, que es otra titulación que me estoy sacando.

-Los drones ¿Cómo los descubrió?

-Yo tengo una empresa de organización de eventos con sede en Formentera. Hacemos bodas, encuentros deportivos (www.goformentera.com), y contemplando el mar azul turquesa desde la isla imaginé que sería brutal grabar con dron planos aéreos para incorporar en los vídeos de las celebraciones. Busqué en internet una escuela donde formarme y lo hice en el primer centro oficial que abrió en Catalunya (www.cursopilotodrone.com). Soy de las primeras promociones de piloto oficial de dron aquí.

-¿Qué incluye la preparación oficial?

-Es una semana intensiva, mañana y tarde de clase con teórica sobre temas como legislación y conocimiento técnico del dron, navegación e interpretación de mapas, posibles performances con la aeronave, seguridad y meteorología, y práctica. Afortunadamente, la ley que se acaba de aprobar establece ya los límites para poder pilotarlos en campo ajustándose a los parámetros de seguridad para todo el mundo. 

-Decía que el dron abre un campo laboral muy prometedor.

-Sí. En la empresa que yo puse en marcha (www.workwithdrone.com) hacemos inspección y control de infraestructuras y estructuras, de plantas fotovoltaicas y topografía y producciones audiovisuales. Pero su aplicación en salvamento y emergencias –existe un máster de la UAB ya dedicado a ello específicamente–, o en agricultura de previsión controlando cultivos, detectando malas hiervas o plagas o incluso transportando a personas como ya se prueba en Abu Dhabi muestra posibilidades sin fin.

-¿Cuál es la sensación de pilotar uno?

-Es como sacar la cabeza por la ventana desde dentro de una aeronave en vuelo.