El riesgo de la tentación autodestructiva

Conviene distinguir entre protestar y disparar contra la propia casa

La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, durante su discurso en la cena de bienvenida al Mobile World Congress (MWC).

La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, durante su discurso en la cena de bienvenida al Mobile World Congress (MWC). / MK.

Joan Tapia

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Vayan por delante dos convicciones. Una, España ha cometido serias equivocaciones -la sentencia del Tribunal Constitucional es una- desde la aprobación del Estatut del 2006. Dos, Felipe VI no halló el tono adecuado para Catalunya al dirigirse a toda España el pasado 3 de octubre.

Si fuera secesionista, quizá me alegraría. A río revuelto, ganancia de pescadores. No lo soy y lo lamento. Pero lo lógico es que todos los que vivimos y trabajamos en Catalunya (definición de catalán de Pujol) busquemos lo mejor para el país. Por eso me preocupa el independentismo. ¿Quiere lo mejor para Catalunya o la pasión ideológica le arrastra a una tentación autodestructiva?

Tres hechos recientes apuntan a esta tendencia fatal. Uno, había un gran consenso en que Barcelona debía ser la sede de la EMA, Agencia Europea del Medicamento, forzada a abandonar Londres por el brexit. Pero ganó Ámsterdam por goleada. Y es indiscutible que la posibilidad de que Catalunya pudiera quedar fuera de la Unión Europea (UE) no ayudó nada. La independencia no se podía retrasar -gritaba el separatismo-, pero luego hemos sabido -Artur Mas dixit- que la declaración solo era simbólica. Y está a la vista que no somos independientes. ¿Se priorizó el símbolo a ser la sede de la EMA? Mal negocio. O peor, porque Mas admite que quizá aquella declaración fue un engaño.

Dos, tras el 155 Catalunya está tocada y sin Gobierno propio. La prioridad debería ser recuperarlo. Pero dos meses después de las elecciones y tras 27 días de un pleno de investidura "suspendido pero no desconvocado", continuamos no ya sin Govern sino incluso sin candidato a 'president'. Ahora dicen que el PDECat y ERC están a punto de llegar a un acuerdo, pero lo único seguro es que se inclinan por un 'president' que no puede ejercer de 'president' efectivo y que el gran escollo es la pelea por el control de la propaganda. ¿Un 'president' provisional, y que se tenga que ir renovando, para protestar contra el Supremo es lo adecuado y lo más efectivo para reivindicar y recuperar el autogobierno?

Un contrasentido

Tercero. Hay muchos días para protestar. Pero resulta que el día elegido -con la ayuda incomprensible de la alcaldesa de Barcelona- es el de la inauguración del Congreso Mundial del Móvil (MWC), que deja grandes beneficios a la ciudad y que se logró gracias al esfuerzo conjunto de las tres administraciones (Estado, Generalitat y ayuntamiento). Elegir la apertura del móvil, que potencia la marca Barcelona, para una protesta ruidosa y aparatosa es un contrasentido. Ya se ha comprobado que la protesta, incluso la reprimida brutalmente, no lleva al reconocimiento internacional. Y boicotear (a medias) a Felipe VI quizá sea propinar una patada al Rey. Pero hay que preguntarse si es darle la patada en nuestro propio culo.

Perdimos la Agencia Europea del Medicamento y poner en riesgo -aunque fuera leve- el MWC parece estúpido. Mejor hubiera sido tener ya un Govern y que Felipe VI tuviera que empezar a convivir con él. Suponiendo, claro, que la hoja de ruta fuera más realista y menos simbólica que la del 27-O.