ANÁLISIS

El lento adiós de Angela Merkel

La mujer más poderosa del mundo vive estos días apagando fuegos internos en su partido

Merkel, en el centro, rodeada de cuadros femeninos de la CDU, este lunes 26 de febrero.

Merkel, en el centro, rodeada de cuadros femeninos de la CDU, este lunes 26 de febrero. / REUTERS / HANNIBAL HANSCHKE

Carlos Carnicero Urabayen

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Está a punto de comenzar un nuevo Gobierno, que le podría llevar a empatar a Helmut Kohl con sus 16 años al frente de Alemania, pero Angela Merkel está de salida. No hay fecha. Tampoco sucesor. Pero la cancillera, la mujer más poderosa del mundo, vive estos días apagando fuegos internos en su partido mientras los jóvenes se sitúan para sucederla.

Es conocido su pragmatismo. Ama sus ideas, pero sobre todo el orden que debe acompañarlas. Una anécdota de juventud. El día que cayó el Muro de Berlín, Merkel, que había crecido en el este y era de las juventudes comunistas, observó los acontecimientos y después continuó con su rutina: era jueves y tocaba ir a la sauna.

El 'método Merkel' ha situado a la CDU en el centro del sistema político, lejos de su pureza ideológica pero cerca de las ideas de su principal rival, el SPD. Los socialdemócratas viven su peor crisis entre otras razones porque Merkel les ha ido robando sus propuestas, desde el salario mínimo a otras políticas sociales. Incluso el matrimonio homosexual, medida que no respaldó pero que forma parte ya de su legado.

Los peores resultados

Esta forma de gobernar desde el centro ha cansado a muchos en su partido. Los conservadores echan en falta más conflicto. Más ideología. Aunque Merkel se prepara para seguir en el Gobierno, la CDU ha tenido sus peores resultados desde 1949 (33%) y la ultraderecha crece fundamentalmente a su costa (13% y subiendo).

Los críticos no olvidan el verano del 2015. Europa vivía su mayor crisis de refugiados desde la segunda guerra mundial y Merkel consideró que estos hechos situaban a Alemania frente al espejo de su truculento pasado. El país tenía el deber moral de abrir las puertas, interpretó la cancillera, incomprendida por millones de sus conciudadanos que vivían con temor el cambio de color en sus barrios y también por sus socios europeos, que le acusaron de actuar por su cuenta y sembrar el caos en las fronteras de la UE.

La política alemana ha cambiado. Más un millón de refugiados han llegado a Alemania y los problemas de integración son agitados a conciencia por el partido ultra AfD, moribundo hasta el verano del 2015 y ahora en ascenso. Las elecciones europeas de mayo de 2019 causarán estragos.

El Ministerio de Finanzas

Quienes no perdonan a Merkel aquel gesto humanitario, tampoco olvidarán que haya acordado ceder el Ministerio de Finanzas al SPD en su pacto de Gobierno. El poderoso ministerio llevaba casi una década bajo el temido Wolfgang Schäuble y ahora pasa a manos del socialdemócrata Olaf Scholz. Demasiado poder, dicen los críticos, para un partido que obtuvo muchos menos votos (20,5%).

Merkel, que tiene 63 años, vive ajena al mundo instantáneo de selfies y nueva política que a menudo es más frívola que moderna. Su receta de orden, pragmatismo, sencillez y huida de cualquier ostentación de poder le ha llevado ahora a rodearse de caras jóvenes y femeninas en su futuro Gobierno. Con la misma naturalidad con la que un día histórico se fue a la sauna, Merkel cederá el testigo cualquier día de estos.