IDEAS

Google, gurú y bazofia

Mo Gawdat durante una conferencia.

Mo Gawdat durante una conferencia. / periodico

Xavier Bru de Sala

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Tenía que aparecer. No dispongo de algoritmo que previera el advenimiento, pero no hay que ser matemático para pergeñar uno en formato de profecía cuántica y endosarlo a los más bobos. Se llama Mo Gawdat y era un ingeniero muy competente de Google hasta que detectó un hueco, no tanto en su interior como en el mercado. Si Paulo Coelho triunfó con vomitivas narraciones literarias de autoayuda, él cubriría la plaza de gurú de la ingeniería mental positiva.

Ya dijo el coronel Sanders, creador de Kentucky Fried Chicken, que hacerse rico sonsacando poco dinero a millones de pobres era mucho más fácil que enriquecerse al servicio de los ricos, que son muchos menos, y encima desconfiados y tacaños. Inspirado por ejemplos parecidos, Mo Gawdat se dedica a vender, a bajo precio, alitas de pollo adobadas en salsa de felicidad según una más fiable fórmula tecnológica.

El CCCB ha abierto, desvergonzadamente, las puertas a Mo Gawdat, predicador émulo de Coelho y el coronel Sanders

Mo Gawdat ha deja de ser útil a la sociedad. En vez de dedicarse a la conducción automática de vehículos, pretende convertirse en auténtico millonario a base de repartir su bazofia estoico-budista entre los más crédulos. La operación de márketing está tan bien montada que no solo han picado, ávidos de Mobile World Congress, periodistas refractarios a la demagogia, sino que el mismo Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB) ha abierto, desvergonzadamente, las puertas a este predicador, émulo de Coelho y Sanders.

Aprovechamos para recomendar un excelente destilado de Jeremy Bentham a los aspirantes a gurmet del espíritu. El padre del cálculo felicítico -y del utilitarismo- destacaba siete componentes medibles de la felicidad: intensidad, duración, certeza, proximidad, fecundidad (que engendre más felicidad), pureza (sin contrapartidas dolorosas) y extensión social.

Desvincular la felicidad de los bienes y condiciones materiales que la hacen posible es cosa de cínicos, no de estoicos. Para desligarla de las condiciones sociales que la procuran hay que ser un auténtico desalmado.