LA DINÁMICA DEL FÚTBOL
La ley del péndulo
Quizás en un tiempo veremos un retorno del interés por el fútbol base
Jordi Puntí
Escritor. Autor de 'Confeti' y 'Todo Messi. Ejercicios de estilo'.
Jordi Puntí
En el mundo del fútbol las profecías son gratuitas y además se olvidan pronto, así que me voy a poner en plan Nostradamus y les soltaré una. Aquí va: dentro de un tiempo, quizá la próxima temporada, veremos un retorno planetario del interés por el futbol base. Volverá el aprecio por los jugadores que han crecido en un club y sienten un apego sentimental por sus colores. Puede que incluso veamos a los magnates de los petrodólares invirtiendo en escuelas de fútbol que nutran sus propios equipos, tomando como ejemplo la Masia o Milanello. Ya sé que ahora mismo esto parece muy improbable, pero tras unos años en los que han mandado la cartera y los traspasos de vértigo, el péndulo se está moviendo de nuevo en la dirección contraria.
La tendencia se nota en el propio Barça, que esta semana dejó dos pistas. La ausencia del equipo de Dembélé ante el Chelsea, ni siquiera como delantero suplente, levantó dudas cuando se trata del segundo fichaje más caro de la historia del Barça. Aunque se entiende que Valverde lo vea demasiado tierno, tanta prudencia resulta excesiva. El contraste lo dio la renovación del contrato de Sergi Roberto, un ejemplo de tenacidad, de alguien que ha subido de las categorías inferiores y se ha hecho un lugar en el equipo.
El caso de Dembélé
Abriendo el foco, este periódico recordaba el viernes que el caso de Dembélé no es único: Gareth Bale, Pogba, Morata o Laporte calentaron banquillo en la jornada europea, todo un despilfarro. Hay en este asunto una cuestión de calibre, de desfase entre el dinero pagado, las expectativas generadas y el resultado real que acaba dando el futbolista, y el fiasco del Paris Saint-Germain de Neymar y Mbappé en el Bernabéu parece el ejemplo más contundente.
Simon Kuper, periodista del 'Financial Times', ha estudiado a fondo las dinámicas de los clubs punteros en relación con sus ciudades, y hace tiempo puso de relieve una situación: con la excepción de Madrid y, en parte, Londres, las ciudades que congregaban el mejor fútbol europeo no solían ser capitales políticas, sino económicas: Múnich, Barcelona, Turín y Milán, Lyon, Manchester, Oporto... Hace un par de semanas, sin embargo, escribía en un artículo que esta dinámica ha traído también una serie de clubs que son víctimas del quiero y no puedo. En manos de inversores poco expertos en el fútbol, clubs como como Olympique de Marsella, Leeds United, Glasgow Rangers o Lazio han perdido el viejo pedigrí que ostentaban.
Los otros clubs
Esta senda, pues, parece poco recomendable, y pronto los agentes de los futbolistas serán reconocidos por sus abusos. En el otro extremo están los clubs sin gran presupuesto, con una tradición local de jugadores y buen ojo para fichar a desconocidos, que son todo coraje y profesionalidad. Pienso en el Leganés, el Eibar, el Alavés, el Girona: equipos que juegan sin complejos. En el partido de este sábado en el Camp Nou, por ejemplo: a pesar de los seis goles que se llevó el Girona, es uno de los equipos que ha pasado por el Camp Nou con más alegría y desparpajo. Ojalá les aguante para toda la temporada.
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