PEQUEÑO OBSERVATORIO

Bienvenida la fuerza de las palabras

Una entrevista válida requiere la complicidad entre quien pregunta y quien responde

Un momento de la entrevista de Ana Pastor a José Luis Rodríguez Zapatero en La Sexta, este domingo.

Un momento de la entrevista de Ana Pastor a José Luis Rodríguez Zapatero en La Sexta, este domingo. / periodico

JOSEP MARIA ESPINÀS

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Dos chicas vinieron a casa a hacerme una entrevista. Hablamos de esto y de aquello. No tenían un programa rígido de interrogatorio, cosa que celebré. No es que no me guste tener que contestar preguntas inesperadas, al contrario. Las preguntas previsibles que solo se pueden contestar con respuestas igualmente previsibles llevan a un juego que me aburre. Si no me impulsa a pensar, ¿de qué sirve el diálogo?

Está claro que hay escritores, pintores y, no es necesario recordarlo, políticos que ya saben lo que tienen que decir antes de que sean preguntados. El genial y descarado Dalí quizá es el ejemplo máximo de quien arrincona una pregunta seria para responder una brillante excentricidad.  

Yo he tenido la suerte de poder responder a entrevistadores razonables, dominadores del juego pregunta-respuesta. De este modo se hace evidente la afirmación popular: "Mica en mica s’omple la pica".

Un arte

Tengo presente la experiencia que explicaba el escritor Julio Camba. Cuando vivió en Inglaterra tenía un compañero alemán. Para los dos era su primera estancia en Londres y ninguno de ellos sabía inglés. Desde el primer momento el genial Camba se hizo entender a base de gestos, mientras el alemán era incapaz de explicarse. Pero después de un año, el alemán hablaba un inglés perfecto mientras que el español continuaba improvisando a su manera y se comunicaba a base de gesticular.

No sé si es una invención del irónico Camba o un hecho real. Pero es indiscutible que existe el arte de la entrevista, y una de sus bases es que el entrevistado y el entrevistador den el mismo valor a las preguntas y a las respuestas.

Una entrevista requiere, para ser válida, una voluntad de complicidad entre quien pregunta y quien tiene que responder. Una entrevista no es un combate. O no lo tiene que ser. Bienvenidos los diálogos.