EL ANÁLISIS

Los malditos equipos italianos de la Premier

Pertenezco al grupo de culés contentos tras la semana del Eibar y el Chelsea

Valverde y Conte se saludan en Stamford Bridge en el duelo europeo.

Valverde y Conte se saludan en Stamford Bridge en el duelo europeo. / periodico

Antonio Bigatá

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Pertenezco al grupo de culés contentos tras la semana del Eibar y el Chelsea. Por los resultados y por lo que no son los resultados. En Euskadi, el Barça ganó merecidamente uno de esos partidos que a veces se pierden tontamente frente a un equipo cohesionado, luchador e infatigable atrás y delante, que le puso a prueba. Los despistes podían suponer perder dos o tres puntos con los que se contaba desde principios de temporada y el 'Barça Fajador' cometió pocos.

Mantuvo la eficacia defensiva que exhibe desde hace meses y al final, tras madurar/y cansar/ y desordenar/ y romper los equilibrios del sobreesfuerzo de los pupilos de Mendilíbar dobló el brazo que los vascos habían mantenido firme durante casi todo el pulso. El 'Barça Fajador' no es brillantísimo pero sabe jugar con sentido práctico. Su belleza es la del fiero bien proporcionado que no es un salvaje. No sé qué desean quienes dicen ser barcelonistas y le critican por este tipo de actuaciones ante equipos así. Deben soñar con purismos inalcanzables en este tiempo de chispazos en los que la fuerza y la voluntad de equipos como el Eibar pueden acaban cargándose al City en una eliminatoria de la Copa inglesa o al Madrid en otra similar de la española. Eso sólo se evita saliendo a ganar picando piedra, que es lo que preparó Valverde.

El 'Barça Fajador' no es brillantísimo, pero sabe jugar con sentido práctico

 Frente a un Chelsea muy superior al Eibar, el 'Barça Fajador repitió el mismo tipo de actuación en Stamford Brigde. Allí le montó un cerrojo el mejor conjunto italiano de la Premier pese a jugar en su campo. Explicaré lo de equipo italiano. Cuando los cerebros de la Premier estudiaron las estadísticas de los últimos quince años de la Champions y los Mundiales vieron que a efectos de competitividad se estaba equivocando con su juego deliberadamente primario y tradicional. Se autorecetaron importaciones de choque de técnicos, jugadores, métodos de entrenamiento y tácticas de juego del continente, y para pagar la factura buscaron dinero en el saco de la TV y en las fortunas de multimillonarios de todo el mundo. Con pasta en la mano fueron a los escaparates del Mercato y compraron. Así murió, sin lágrimas, el patadón hacia adelante, su gran especialidad en aquel deporte que habían inventado ellos mismos.

De esas importaciones han salido dos tipos de equipos británicos. Uno que sigue lo que podríamos llamar la pauta del Barça y la selección española: combinaciones a alta velocidad y técnicas de posesión del balón que ya enseñan también desde hace diez o quince años en las escuelas de futbolistas de Francia, Alemania, Bélgica, Holanda (de donde procede el esqueje que revitalizó al Barça) y ahora en las del Este. La máxima perfección de esta variante la despliegan Manchester City, Tottenham y Liverpool.

¿Alguien piensa que lo qué quiere conseguir el Barça puede obtenerse sin que el equipo sufra como en Eibar o Londres?

Pero también llegó a las islas el modelo italiano del  aburrido fútbol defensivo de alta precisión que ahora gastan el Chelsea de Antonio Conte y el Manchester United del muy conservador José Mourinho. Lo hemos visto y sufrido esta semana en los respectivos enfrentamientos contra el Barça y el Sevilla, el primero --atención-- en su propia casa. Duelen y lloran los ojos viendo como Mou desaprovecha grandes figuras de la creación de juego. En su United clama al cielo lo de Pogba, Rashford y ahora Alexis, porque ese Manchester juega en disonancia absoluta con lo que ellos saben hacer, o lloran también cuando Hazard, Cesc o Willian hacen de esclavos del repliegue esencial de la estrategia del contraataque ocasional.

Aún así, Conte maneja un Chelsea peligrosísimo en los contragolpes, y el Barça, dominador del espacio y la posesión, sufrió muchísimo por ello. Pero como no bajó en ningún momento la cara, cumplió. Ni traiconó  su voluntad de ir a por los partidos asumiendo los riesgos, ni traicionó su cada vez más sólido peloteo entre líneas, aunque la cerrada defensa del Chelsea, un Todos Atrás servido por hombres con muchísima calidad técnica, le hizo sufrir. ¿Alguien piensa que lo que quiere conseguir el Barça puede obtenerse sin que el equipo sufra  como en Eibar o Londres? ¿Dónde creen estar esos críticos? En cambio, ¿no creen que con la fuerza psicológica de unidad conjuntada en torno a Messi que está inculcando semana a semana Valverde todo es posible?