Geometría variable

¿Es Catalunya solo una crónica judicial?

Dos meses después de las elecciones del 21-D el independentismo aún no ha sabido formar gobierno

JOAN TAPIA

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La política catalana –incluso la española– empieza a ser una triste y deprimente crónica judicial. El lunes comparece ante el magistrado Pablo Llarena del Supremo –que lleva camino de hacerse más famoso que el juez Garzón– Marta Rovira, secretaria general de ERC, que tras declarar queda en libertad pero con fianza de 60.000 euros. Luego lo hace Marta Pascal, coordinadora general del PDECat, que queda en libertad sin fianza. El martes es el turno de Artur Mas, que también queda libre sin fianza y que afirma que la declaración de independencia fue «simbólica». Luego es el turno de Neus Lloveras, expresidenta de la Associació de Municipis per la Independència (AMI) que también queda en libertad.

Cierto que ninguno de los cuatro comparecientes ha ingresado en la Estremera de turno, lo que -tal como están las cosas- es lo mejor que podía pasar. Pero la decepción no puede ser mayor. Todo el mundo tiene todo el derecho del mundo a evitar la cárcel, pero que los que ayer nos decían a los que insistíamos en la prioridad del respeto a las leyes que éramos agentes «unionistas», que la independencia se tocaba con los dedos y que Catalunya -liberada de España- sería la Holanda del sur, quieran taparlo todo hablando de «declaración simbólica», no es de recibo. ¡Ojalá que ante los tribunales todo acabara con lo de la «declaración simbólica»!

Pero va siendo hora de que, ante sus electores y los ciudadanos, los dirigentes secesionistas admitan que el 28-0 cometieron, como mínimo, un grave error. Y que pongan fin al absurdo de que dos meses después de las elecciones la mayoría independentista no sean capaces de ponerse de acuerdo para dotar a Catalunya de un presidente y de un gobierno y sigamos administrados por el 155 de «la declaración simbólica».

Signos positivos

Cierto que hay algún signo positivo. Oriol Jonqueras -que no vive en la heroicidad de Bruselas- dijo hace poco que el mejor regalo que le podrían hacer sería la formación de un gobierno. Ni caso. Y Marta Pascal ha declarado que la solución al conflicto catalán está en el marco del Estatut y la Constitución. Pero pasan los días y el secesionismo no solo no logró la independencia sino que no sabe formar un gobierno autonómico.

Y la guinda es lo de la CUP. Hace unos día Mireia Boya fue al Supremo a destrozar la estrategia de la defensa de los otros inculpados y decir –'¡avanti popolo!'– que la independencia no fue nada simbólica. Pero este martes Anna Gabriel, que al parecer tiene más grados revolucionarios, hizo lo contrario y declaró que no se presentaría al juez porque no tendría un juicio justo y que pediría asilo político en Suiza. Bueno, que la CUP se refugie en Suiza puede ser un positivo signo de sana evolución ideológica.

Hablando en serio. Catalunya debe volver a tener gobierno. Y si los que tienen la mayoría no saben formarlo, tendrá pleno sentido el recurso del PSC ante el Constitucional exigiendo que empiecen a correr los plazos. Catalunya no debe estar instalada de por vida en el 155 y la crónica judicial.