Al contrataque

Hipócrita #metoo

Los instrumentos para la perpetuación de la cultura de la violación los encontramos, en buena parte, dentro de la industria del entretenimiento, la publicidad y la moda

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NAJAT EL HACHMI

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Una agresión es una agresión. Un pesado no es un agresor, por pesado que sea, y esto lo sabemos la mayoría de mujeres. Cuando un hombre traspasa el límite, el cuerpo entero de la agredida entra en 'shock', a veces reaccionando salvajemente, otras paralizándose como un animal a punto de ser cazado. Todas hemos vivido situaciones en las que nos hemos quedado quietas, sin poder creer lo que nos estaba pasando, pensando si era verdad o fruto de nuestra imaginación, sobre todo cuando él es alguien con quien hablabas tranquilamente, conocías desde hace tiempo y de quien no habías intuido su lado depredador.

¿Por qué las mujeres empezamos por dudar incluso de nuestra propia percepción de la realidad? ¿Por qué de entrada muchas negamos que lo que está pasando está pasando? ¿Por qué surge antes la culpa que la indignación, la sospecha que la denuncia? Pues bien, porque vivimos en una cultura que nos educa en nuestra condición de víctimas ante una violación, que por tierra, aire y mar nos enseña a convertirnos en simples objetos al servicio del placer masculino, que desde pequeñas nos convencen para jugar este papel, para ser, por encima de todas las cosas, agradables, femeninas, deseables, solícitas y en caso de no haber dado nuestro consentimiento cuando invaden nuestros cuerpos, a empezar por cuestionarnos a nosotras mismas.

Lo cuenta muy bien el rugido ensordecedor de la 'Teoría King Kong' de Virginie Despentes cuando habla de su propia violación, de cómo la cultura recibida hizo que se quedara paralizada. Despentes describe la posición unánime que ha imperado hasta ahora ante estos abusos por parte de la sociedad: si no os gustara de verdad, que os violen, preferiríais morir antes que sobrevivir a una violación.

¿Quién contribuye decididamente a fomentar esta cultura de violación? Pues muchos estamentos, claro, tradicionalmente las estructuras familiares patriarcales, las jerarquías religiosas, ahora el capitalismo salvaje, que es todo él un gran patriarcado global. Los instrumentos para la perpetuación de este orden de las cosas los encontramos, en buena parte, dentro de la industria del entretenimiento, la publicidad y la moda.

Mutilaciones quirúrgicas

Nos representan como víctimas, violadas, siempre 'sexis' si quieres ser protagonista, ferozmente metidas en unos cánones de belleza que requieren privaciones extremas, ejercicios extenuantes que nos impiden dedicarnos a tareas más edificantes, gastos enormes en tratamientos cosméticos y mutilaciones quirúrgicas de todo tipo.

En la moda las mujeres aparecen siempre famélicas, demacradas, tiradas por el suelo, vulnerables. Este es uno de los sectores que más ha hecho por difundir la cultura de la violación y ahora va y nos hacen un #metoo con un desfile de modelos acompañadas de hombres disfrazados de cerdos. En nada salen los pornógrafos y traficantes de mujeres a hacer otro #metoo.