La clave

La nueva vieja política

Un partido puede ser nuevo. La política no. No hay política nueva o vieja, hay política honesta o deshonesta

Pablo Iglesias (arriba) y el mentís que tuitéo Echenique en enero (abajo).

Pablo Iglesias (arriba) y el mentís que tuitéo Echenique en enero (abajo).

Luis Mauri

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Nuestra cultura social prima lo nuevo frente a lo viejo. Esto es una pared maestra del consumismo. Novedad rima con juventud, creatividad, energía. Lo nuevo es regeneración, progreso, redención. Enfrente está lo gastado, anquilosado, viciado, corrompido. Cualquier publicitario o propagandista conoce bien el rendimiento emocional y por tanto comercial y político de lo nuevo. 

Cuando la reacción popular a la Gran Recesión, la indignación del 15-M, cristalizó en España en diversas organizaciones políticas, estas enarbolaron la bandera de la novedad. Cómo no. Su condición novedosa era objetiva e inapelable. Podemos, Barcelona en Comú o En Marea eran partidos de nuevo cuño.

Pero eso no parecía ser suficiente para muchos de sus líderes. Había que subrayar la originalidad del invento. De ahí que todos ellos predicaran que la gracia del asunto no era tanto que fueran partidos nuevos como que lo realmente inédito era la política que proponían. Una nueva política frente a la política de la casta corrupta que había dejado a la ciudadanía en cueros y a la intemperie. La verdad y la transparencia frente al engaño y el oscurantismo.

La erosión del último año

El tiempo y la práctica política se encargaron de relativizar ese enunciado: purgas internas, verticalización orgánica, bandazos tácticos, menoscabo del control interno… Y mentiras.

Iolanda Mármol publicó hace un mes en este diario que Podemos sopesaba la posibilidad de acometer un cambio de nombre para contrarrestar la erosión sufrida en el último año. El secretario de organización, Pablo Echenique, tuiteó de inmediato: “Si usted se ha creído esto, se la han colado. Es una mentira como una casa”. Era el 8 de enero. El 9 de febrero, Pablo Iglesias admitía públicamente la disposición de la organización a un cambio nominal. 32 días.

Un partido puede ser nuevo, claro. La política no. La política estaba ahí desde que las personas consideraron que podían vivir mejor agrupadas que enfrentadas en solitario a las fuerzas de la naturaleza. No hay política nueva o vieja, hay política honesta o deshonesta.