Peccata minuta

Página en blanco

Cuando inusualmente nieva en BCN a algunos urbanitas nos da por reconciliarnos con lejanos mitos refrigerados: Jungfrau, Tíbet, Polo Norte... sin llegar a olerla ni pisarla. Nos limitamos a imaginar una página en blanco

La nieve granulada sobre la playa de la Nova Icària.

La nieve granulada sobre la playa de la Nova Icària. / periodico

Joan Ollé

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¡Gracias, Dios! ¡Gracias, naturaleza! ¡Gracias, hombres y mujeres del tiempo! Escribo esto en jueves, 8 de febrero –según sentencia del tiempo–, pocos minutos después de saber que 200 policías nacionales, con sus respectivas parejas, como la Benemérita, han sido invitados por algunos hoteleros murcianos a pasar el fin de semana de los días 13, 14 –día de la república– y 15 de abril –aguas mil– en hoteles de muchas estrellas y cuchipanda final para compensar su inútil presencia en aguas barcelonesas así como su muy cutre ágape navideño-catalán.

Lo primero que me ha venido a la cabeza es aquel chiste que admite diversas geografías: «Primer premio, un fin de semana en Pionyang; segundo premio, dos fines de semana en Pionyang». No, no tengo nada contra Murcia y sí buenos amigos por allí, y considero que cada tierra tiene derecho a promocionarse como quiera para así alimentar el orgullo de algunos de sus ciudadanos. Debo admitir que tampoco me disgustaría que algún grupo hotelero afín a la autodenominada República Catalana, además de hacerse cargo del bed&breakfast de Puigdemontbed&breakfast en Bruselas, premiase, aunque fuese también por sorteo, a los apaleados del 1-O a vivir un reparador fin de semana en algún hotel, balneario o casa de turismo rural o litoral. 

Portadas y noticiarios

Discúlpenme, se me ha ido la cabeza. De lo que quería hablarles es de la nieve, de la nieve felliniana que hoy, jueves, ha caído sobre algunos barrios de Barcelona y otros lugares de Catalunya, logrando el milagro de ocupar portadas y abrir noticiarios robándoselos a otros asuntos. Aprendí en las clases de francés, cuando no se hablaba del calentamiento global, que hay verbos que no admiten autoridad; nadie ordena que nieve, llueva o aparezca el arco iris. Hoy ha nevado, a secas. Y cuando inusualmente nieva en BCN, a algunos urbanitas nos da por reconciliarnos con lejanos mitos refrigerados: Jungfrau, Tíbet, Polo Norte… sin llegar a olerla ni pisarla. Nos limitamos a imaginar una página en blanco.

Mi hermano Joan Barril escribió un soneto que llevo tatuado en la memoria. Empieza así: «Diu Wittgenstein que al Cercle Polar Àrtic / al blanc li diuen blanc de mil maneres...». No, no es el mismo blanco –ni puede atender al mismo nombre– el de la nieve recién caída que la pisoteada por un oso o iluminada por un crepúsculo. También mi hermano belga Jacques Brel cantó a la nieve: «Nieva sobre Lieja, y la nieve, para nevar se pone guantes (…) Nieva sobre la frente de un payaso blanco…». No hay página en blanco posible. Estoy gravemente enfermo: cuando oigo a Brel decir «Liège» pienso que está a menos de una hora en coche de Waterloo. Y a la que oigo «clown blanc