A VUELTAS CON EL DERBI

Piqué, el silenciador

El que dirige el coro de este criterio estúpido se llama Javier Tebas

Pique manda callar al publico perico tras empatar a uno con cabezazo.

Pique manda callar al publico perico tras empatar a uno con cabezazo. / periodico

Antonio Bigatá

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Érase una vez un país avergonzado y desprestigiado porque en su región norteña el terrorismo de Estado fue denunciado por el uso repetido de la tortura para que la gente hablase. Incluso, decían con tosquedad, para que cantase. Como la vida tiene muchas paradojas en ese mismo país si le preguntas a la gente de la calle si recuerda alguna frase histórica de su rey emérito todo el mundo tiene memorizada la misma: aquel "¡Por qué no te callas!" a Chávez (además casi nadie recuerda otra).

Ese país vive inmerso en esa dualidad, la de hablar y callar, con ruidosos griteríos y tremendos silencios. Tenemos poderosos con muchas ganas de censurar y silenciar ("que no trascienda esto, amiguito del alma", podría ser su eslógan) y tenemos cada día más ciudadanos que dicen en voz alta lo que echan en falta y lo que les tiene hartos. Pero también se grita también, a veces, lo que no se debe, y se calla lo que es imprescindible que se diga.

Sospechoso habitual

Esa bipolaridad está en todas partes y también en el fútbol. Llevamos años viendo a jugadores criticados que después de marcar un gol piden ostentosamente silencio a la grada que le censuraba a gritos. A mí me parecía un gesto lógico, justo y llamativo dentro del espectáculo. Pero el último en hacerlo ha sido Piqué, sospechoso habitual de todo lo malo que se pueda atribuir a alguien (y de decir lo que piensa, expresar su orgullo por ser catalán o por jugar en el club más discutido dentro de las Españas). Y por ser él  ahora dicen que ese gesto  es una provocación intolerable y antideportiva que merece sanción.

El que dirige el coro de este criterio estúpido se llama Javier Tebas y preside la Liga de Fútbol Profesional. No es listo pero lo compensa siendo muy bruto. Tampoco es fino. Temo que suspendería un examen de lengua pues parece desconocer la diferencia entre decir una cosa o insinuarla. Insinuar es precisamente, a efectos legales, no decir. Insinuar es, por ejemplo, no verbalizar una maldad pero conseguir que el otro crea que la has dicho. Si declaras que el presidente del Espanyol es chino dices una verdad y no incurres en xenofobia salvo que también digas que ser del Español es malo (y eso no lo ha hecho Piqué). Decir que un club que realiza sus actividades en Cornellà es de Cornellà tampoco es ningún insulto salvo si añades que esa ciudad es la nueva Sodoma (Piqué tampoco lo ha dicho ni lo cree). Pero Tebas ha criticado que Piqué dijese esas dos cosas. Es un tontaina y se retrata, pues sólo puede criticar lo que dice el jugador barcelonista si él en el fondo equipara a todos los chinos con Fu Manchú y a Cornellà con la capital del pecado.

Seguidor del Madrid

Como mucha gente que se le parece, Tebas es seguidor del Real Madrid. Esa es la única explicación lógica para que critique a Piqué por haber pedido silencio a los de Cornellà después de haber sido insultado públicamente, a coro, tanto él como su mujer y sus hijos, así como su club, de forma muy soez. Tebas es tan ilógico que dice que Piqué provocó esos insultos al pedir el silencio; se trata de una gran incoherencia porque como es natural llegaron antes las ofensas que la reacción pidiendo silencio para que acabasen.

El presidente de la Liga Profesional actuó de oficio al poner el foco sobre el jugador. Fue rápido aunque sea lento en lo demás. Durante su mandato no ha atajado la impunidad de los insultos públicos groseros. Ni ha sido contundente en la localización y castigo de quienes gritan salvajadas ni en la actuación contra los cobardes que en Cornellà y otros campos consienten que sus vecinos lo hagan refugiándose en el anonimato de la masa. Porque puestos a subir el listón hasta lo deseable, si los vecinos de los desalmados no fuesen cobardes o cómplices, solos o en grupos tendrían que haber abordado a los indeseables para llevarlos cogidos por las orejas a los agentes encargados del orden. Pero es evidente que Tebas no quiere o no sabe hacerlo mientras Piqué por lo menos intenta que los insultantes callen.