EL FUTURO DE LA UE

Berlín y Paris: ¿la hora de las reformas?

La nueva gran coalición alemana sitúa el énfasis en Europa y se une a las propuestas previas de Macron para reformar la eurozona y contener el avance de los populismos

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Josep Oliver Alonso

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Después del acuerdo entre el SPD de Martin Schulz, la CDU de Angela Merkel y la CSU de Horst Seehofer, aumentan las posibilidades de un gran pacto franco-alemán para dar un nuevo impulso a la UE y la eurozona. Una muy buena noticia, cuando menos porque hay consenso en que los actuales mecanismos para abordar una próxima crisis son insuficientes. Entre otras razones, porque la confianza en las instituciones europeas es hoy mucho menor que en el 2007: el avance de los populismos a derecha e izquierda así lo muestra.

Hasta hoy, el garante de la salida de la crisis ha sido el Banco Central Europeo, pero también él parece haber llegado al final del camino. Su hinchado balance de deuda pública y créditos a la banca y unos tipos de interés en el 0%, anticipan que su margen de maniobra resulta muy limitado. Si poco más se puede pedir al BCE, ¿dónde habría que avanzar? Ahí hay, entre otros, dos elementos claves: mecanismos fiscales de estabilización europeos y unión bancaria y mercado de capitales. 

Un verdadero mercado único de capitales

En la unión bancaria se ha avanzado, ciertamente, aunque el proceso está inconcluso: la ausencia de un fondo único de garantía de depósitos refleja la inquietud alemana ante la excesiva exposición de la banca del sur a la deuda de sus gobiernos. Tampoco se ha ido más allá en una banca que supere los límites nacionales o en la creación de un verdadero mercado único de capitales. Por otra parte, y en el ámbito fiscal, no se ha progresado en definir instrumentos que permitan suavizar los choques sobre países débiles. De hecho, el principal problema del actual sistema de gestión de crisis ha sido el carácter procíclico de la política fiscal: en plena recesión, la austeridad ha acentuado la caída del PIB. Falta, por tanto, algún mecanismo de transferencia de recursos a los países más severamente afectados por una crisis. 

En suma, la lista de tareas pendientes es larga: finalización de la unión bancaria, ruptura definitiva del peligroso nexo deuda soberana-banca, sistema financiero pan-europeo, mercado de capitales único y fondos de estabilización en el ámbito de la eurozona, que permitieran transferir recursos. 

El corazón del problema radica en quién debe hacerse cargo de los costes de una crisis: si hay que compartirlos entre los estados de la Unión o si han de ser los gobiernos, y el sector privado que les prestó, quienes carguen con ellos. Hasta ahora, los fondos de ayuda se han condicionado a que los países en dificultades obligaran a los acreedores privados a absorber parte de los ajustes, lo que ya tuvo lugar en la segunda fase de la crisis de Grecia, en verano del 2011. Este uso de los mecanismos de mercado (quien haya prestado a gobiernos irresponsables debe cargar con su parte de culpa), aunque inicialmente acordado por Francia y Alemania en el famoso paseo por la playa de Deauville de Merkel y Sarkozy de octubre del 2010, fue posteriormente muy criticado por Francia, Italia y el resto del sur: la disrupción de la economía y las finanzas públicas que provocó reforzaron el peligroso abrazo entre banca y deuda soberana de los países débiles.

Hay que poner en valor la apuesta alemana por una Europa 'renovada y un nuevo amanecer'

En el pacto alemán se reconoce la mano del expresidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz. Pero el SPD ha prometido un referéndum entre su militancia para aprobar el acuerdo final. Y, ya saben, los referéndums los carga el diablo. Con la salvedad que las bases del SPD lo echen por tierra, hay que poner en valor la apuesta alemana por una Europa renovada y un nuevo amanecer, estableciendo niveles mínimos de tributación en el impuesto de sociedades y proclamando la necesidad que la eurozona disponga de fondos que permitan avanzar en la estabilización económica, la convergencia social y el apoyo a las reformas estructurales.

Contener el avance de los populismos

Y que ello va en serio, en contra de lo preconizado hasta ayer mismo por el todopoderoso ministro de finanzas Wolfgang Schaüble y su partido, lo muestra el público descontento de alguien tan relevante en Alemania como Otmar Issing, uno de los arquitectos del euro y antiguo economista en jefe del BCE.

En Paris, el presidente Macron ya lanzó en septiembre un conjunto de iniciativas para reformar la eurozona y contener, con ello, el avance de los populismos que amenazan su existencia. Ahora, la nueva gran coalición en Berlín sitúa, por vez primera, el énfasis en Europa. ¡Ojala los militantes del SPD pongan a un lado su descontento con Merkel y sitúen en primer plano la estabilidad y el futuro de la UE! Pocas veces, tan pocos tuvieron tanta responsabilidad sobre el futuro de tantos.