La nueva escuela

La inaplazable reforma educativa

Los currículos centrados en asignaturas troncales y obligatorias no permiten alcanzar el propósito de la formación integral de la persona

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EDUARD VALLORY

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"Los gobiernos no pueden seguir diciendo que les hacen falta 30 años para reformar la educación: ya no disponemos de tanto tiempo. Los sistemas educativos deben convertirse ellos mismos en aprendices a lo largo de la vida". Este es el mensaje que la directora del International Bureau of Education (IBE) lanzaba hace dos meses a decenas de ministros de Educación en la Conferencia General de la UNESCO.

El IBE destaca la urgencia de transformar los currículos educativos de todo el mundo para generar aprendizajes que capaciten a niños y jóvenes para que puedan responder a los retos de un mundo en cambio acelerado y mejorarlo. "Hace falta reorientar los currículos para que sean competenciales, en lugar de centrados en asignaturas; para hacerlo posible, esto requiere de la transformación tanto de la enseñanza y el aprendizaje como de la evaluación", afirma el IBE.

Articular conocimientos

La razón es que los currículoss centrados en asignaturas troncales y obligatorias no permiten lograr el propósito de la formación integral de la persona. El currículo como concreción de los contenidos de aprendizaje para lograr las finalidades educativas que una sociedad establece, tiene que estar dirigido al desarrollo de competencias, entendidas como la capacidad de articular los conocimientos (información, conceptos, procedimientos, actitudes y valores) para dar respuesta a situaciones reales.

Así pues, un currículo competencial tiene que posibilitar a la vez la estabilidad socioemocional, el respeto y la igualdad de género, la convivencia democrática en una sociedad plural, o la capacidad de hacer frente a los retos globales, desde el cambio climático al futuro del trabajo y de los derechos sociales en la cuarta revolución industrial.

Metodologías activas

La propia UNESCO dice también que el aprendizaje para hacer frente a estos retos –que Naciones Unidas ha sintetizado en los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible– requiere moverse hacia currículos competenciales y metodologías activas de construcción del conocimiento, que planteen a los alumnos más preguntas que respuestas y que superen el modelo prescriptivo de asignaturas y contenidos definitivos estampados en libros de texto. Cuanto más competencial el currículo, cuanto más personalizado el aprendizaje, menos espacio hay para la transmisión de verdades indudables y más empoderamiento se da al pensamiento crítico, la creatividad y la capacidad de dar respuesta a problemas complejos.

Optar por la construcción critica del conocimiento es la antítesis de que desde un despacho ministerial se pueda decidir qué se pondrá en la cabeza de los estudiantes a través de currículos prescriptivos detallados y concreciones en los libros de texto, que es la antesala del adoctrinamiento. Es el gran reto de capacitar a los alumnos para que piensen por sí mismos, y dificultar que sean víctimas de las simplificaciones fundamentalistas, de las mentiras de la posverdad o de las 'fake news'.

Primavera pedagógica

La amplia primavera pedagógica de cambio educativo que estamos viviendo en Catalunya, y la razón de ser de Escola Nova 21, enlazan totalmente con el que nos plantean el IBE y la UNESCO: debemos cambiar aquello que se aprende en la escuela y, en consecuencia, el cómo se aprende y lo qué se evalúa y cómo. Y si bien nuestro marco legal ya hace años que establece que el currículo sea competencial, y a pesar del buen trabajo en este sentido de profesionales, escuelas, entidades y redes, la realidad es que en gran parte del sistema educativo todavía no se aprende competencialmente.

La transformación real requiere que se tome conciencia profunda; sinergias de docentes, familias y sociedad; renovada formación inicial y permanente de los profesionales; cambios organizativos enfocados a la capacitación de las escuelas para que sean "aprendices autónomas"; una inversión fuerte en Educación que lo posibilite; y un compromiso firme con la equidad.

Se trata de generar una transformación educativa para un aprendizaje significativo y funcional que posibilite la formación integral de cada uno de los niños/as y jóvenes. Sin embargo, este reto es enormemente complejo. Por eso necesita sumar los esfuerzos de muchos agentes que trabajen hacia un horizonte común de cambio: profesionales de la educación, madres y padres, sindicatos y asociaciones de maestros, entes locales, Generalitat, redes y alianzas de la sociedad civil y ciudadanos en general. Y también reclama creer en el poder transformador de la educación, y ponerla de verdad en el centro de las prioridades de nuestra sociedad.