Opinión | IDEAS

Miqui Otero

Escritor

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Ripley levanta un remo en Las Golondrinas

Una mesa redonda en Bcnegra recordará este sábado al personaje creado por Patricia Highsmith

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Si estos días deambulan por Barcelona es muy posible que en algún momento se crucen con Tom Ripley.

Es curioso cómo, a pesar de haber matado a ocho personas (con un remo, con un cenicero macizo, con un cubo para el carbón), esa posibilidad despertará más fascinación que aprensión entre los lectores del festival Bcnegra.

Cuando apareció por primera vez en 1954, paseándose en bañador en una novela de Patricia Highsmith, tenía solo 25 años, así que ahora superaría los 80. Pero no se fíen: podría comprar un helado en la Sirvent disfrazado de Assange o aparecer, la bufanda amarilla anudada al cuello y el peinado 'beatle', como por ensalmo en el Parlament.

Ripley, ese arribista dandy; "ese estafador esnob", como le espeta uno de sus enemigos; un tipo que se agobia solo porque la carcoma devora su armario y él tiene que soplar el serrín de su pijama de seda; ese que, a pesar de cometer varios asesinatos, solo llora al principio de la primera de las cinco novelas que protagoniza, cuando una familia rica le regala una lujosa cesta de viandas para un viaje a Europa. Un superhombre, que actúa bajo su genuina voluntad de poder, que atrae al lector porque piensa que no se parece a él o porque se identifica demasiado.

Como Scaramouche o Lupin, Ripley logra que entendamos la mentira como un arte para desafiar al destino

O porque logra, como Lupin o Scaramouche, que entendamos la mentira como un arte para desafiar al destino, para que no ganen siempre los poderosos. Ripley lleva al extremo aquello que dijo Balzac: "Toda gran fortuna esconde un gran crimen", así que él, para amasarla , no duda en cometer los suyos. Nos gusta el sociópata Ripley como nos gustan las novelas en general. Porque exploran las sombras de la contradicción, escenifican pulsiones, nos muestran que podríamos ser peores.

Highsmith, esa mujer que "escribía sobre los hombres como escribiría una araña acerca de las moscas", una antisemita que coleccionaba caracoles, lo creó como versión estilizada de ella misma. La novelista falleció, pero a veces firmaba sus cartas con el nombre de su personaje y un día descolgó un premio literario que tenía enmarcado en el baño y añadió "Tom Ripley" en el espacio para el ganador. Así que su mirada tóxica y perversamente pizpireta sigue viva en los ojos de su personaje, educándonos en la sospecha. Miren los maleteros, no se suban a las Golondrinas del puerto, somentan a un interrogatorio a esa cara que les mira desde el espejo.