3.000 millones

Niños que agonizan. Tenemos el mundo lleno de niños que agonizan. En el sentido literal o en uno figurado que se acerca mucho al textual. Niños hambrientos, aterrorizados, abandonados en campos de refugiados insalubres, vagando solos por los caminos… Niños víctimas del genocidio de los rohingya en Myammar, del conflicto sirio, de la guerra del Yemen, de las revueltas en la República Democrática del Congo, de la hambruna y la violencia en Sudán del Sur y tantos otros puntos de un mapa que es el nuestro.

Unicef estima que necesitará casi 3.000 millones de euros para hacer frente a las necesidades de 82 millones de personas en 51 países. Su objetivo es llegar a 48 millones de niños. 48… ¿Somos capaces de imaginárnoslos, de ver en ellos un reflejo de nuestros hijos? La ayuda se centrará en lo más básico: acceso a agua, saneamiento, higiene y, por supuesto, educación.  

3.000 millones de euros… ¿Es mucho? ¿Es poco? Son, por ejemplo, los beneficios anuales de Inditex, los que perdieron en tres días de octubre Caixabank y Banc Sabadell o lo que se calcula que representa el desperdicio de comida en los hogares españoles en un año.

3.000 millones de euros para dar una brizna de esperanza a 48 millones de niños… En realidad, una limosna en los presupuestos de las grandes instituciones. Calderilla para los que manejan la geopolítica en su beneficio. Lo justo para acallar la conciencia. Y perpetuar la agonía de millones de niños.