ANÁLISIS

El sambenito del traidor

El realismo hace tiempo que cotiza a la baja en Catalunya porque se asimila a la traición

Rajoy y Puigdemont, durante el homenaje a las víctimas de los atentados terroristas en Barcelona y Cambrils.

Rajoy y Puigdemont, durante el homenaje a las víctimas de los atentados terroristas en Barcelona y Cambrils. / periodico

JOSEP MARTÍ BLANCH

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Un elemento omnipresente en la historia del 'procés' es la lucha sin cuartel entre sus principales actores por dejar en manos del otro el sambenito de traidor cada vez que la realidad aconsejaba alterar promesas y proclamas. ERC ha vivido hasta la fecha esta pugna descarnada desde la confortable convicción que ese escapulario de la vergüenza estaba llamado finalmente a ser patrimonio exclusivo de los antiguos convergentes.

Cuando el TC tumbó el referéndum convocado por Artur Mas en el 2014TC Artur Mas y este lo convirtió en un "proceso participativo", ERC quiso sacar provecho acusando al entonces 'president' de traicionar su compromiso con un referéndum de verdad. Finalmente, los republicanos rectificaron porque los convergentes (entonces existían) supieron ilusionar con lo que era tan solo una consulta no vinculante. Fue entonces cuando al resto no le quedó más opción que participar entusiásticamente del nuevo invento. 

De igual modo aconteció cuando Carles Puigdemont deshojaba la margarita de la convocatoria de elecciones antes de la entrada en vigor del artículo 155Gabriel Rufián encontró la manera de llamarle traidor en TwitterGabriel Rufián  y la dirección de los republicanos amenazó con dejar el Govern en un nanosegundo para evidenciar que quien se bajaba del tren era Carles Puigdemont. Otra vez el sambenito quedaba en manos de sus competidores, entonces ya PDECat, que pagarían en las urnas y en exclusiva la factura de su tibieza.

Pero Puigdemont no firmó, las elecciones las convocó Mariano RajoyMariano Rajoy  y las ganó un JuntsXCatJuntsXCat aparecido de la nada con un discurso más sencillo y menos ambiguo con la continuidad del proceso (también más demagógico) que el que propugnaron durante la campaña los candidatos de ERC.  

Tensión desde Bruselas

Ahora la estrategia de contemporización por la que apuesta el partido de Oriol Junqueras choca de lleno con el mantenimiento de la tensión que se impone desde Bruselas (con el silencio obligado del PDECat) abogando por la investidura de Carles Puigdemont diga lo que diga el Tribunal ConstitucionalTribunal Constitucional. Esto ha quedado definitivamente a la vista de todo el mundo con las recientes declaraciones de Joan Tardà, en las que el experimentado y vehemente parlamentario pide que el soberanismo sacrifique al presidente cesado por el 155 si es el único modo de que eche andar el Govern de la Generalitat

'Donec Perficiam'

Siempre hay una primera vez. Y ahora le toca a ERC lidiar con el toro del realismo que se ha decidido a abrazar. Las primeras cornadas, caso de no acertar con el capote, se las llevará el joven 'president' del Parlament, Roger Torrent, que debe tomar de inmediato decisiones muy complicadas. El realismo hace tiempo que cotiza a la baja en Catalunya porque se asimila a la traición.

¡Donec Perficiam', ¡Hasta conseguirlo!  es la expresión que se utiliza para insuflar ánimos en ambientes soberanistas. Quizá sirva también para alentar a aquellos que creen que llegará el momento en el que por primera vez acabe imponiéndose una decisión posibilista. Que ese momento sea ahora dependerá de cuánto pánico provoque entre las filas republicanas descubrirse con el puñetero sambenito entre las manos recordándoles que pasan a ser independentistas con mácula. La mácula del realismo.