El escenario de los partidos constitucionalistas

¿ Una subasta entre Ciudadanos y PP?

La cuestión catalana y los resultados del 21-D pueden abrir una puja entre partidos por marcar terreno

ILUSTRACIÓN LEONARD BEARD - 27 ENERO

ILUSTRACIÓN LEONARD BEARD - 27 ENERO / periodico

ASTRID BARRIO

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Una de las teorías que mejor explica la evolución del proceso soberanista en Catalunya es la tesis de la sobrepuja o de la subasta. Este planteamiento, como ya he explicado en alguna otra ocasión, se basa en las ideas contenidas en la obra de Rabushka Shepsle 'Politics in plural societies: A Theory of Democratic Instability' (1972) en la que se explica cómo los partidos étnicos, asimilables a aquellos que en España denominamos nacionalistas, compiten entre ellos y adoptan estrategias cada vez más radicales para conseguir el apoyo del grupo nacional al que aspiran representar.

Así, a cada oferta de uno de los partidos nacionalistas, su competidor en su mismo campo responde con una exigencia más extrema en un inacabable proceso que da lugar a una verdadera  subasta. Este comportamiento que suele darse en el interior de cada uno de los bloques genera una notable polarización en sociedades plurinacionales, dificulta las soluciones consensuales y eleva el riesgo de conflicto. 

Competición partidista

Sin embargo, hasta ahora en Catalunya y por extensión en el resto de España, esta competencia solo se ha dado en el interior del bloque soberanista. Los partidos constitucionalistas han tenido una respuesta bastante homogénea a la cuestión catalana, con algunos matices eso sí, pero no han competido entre ellos en dureza respecto a las posiciones soberanistas, en gran medida porque las diferencias entre ellos se basaban en otras dimensiones de la competición partidista como la izquierda-derecha o la vieja-nueva política que eran las que primaban.  

Pero esta situación se puede ver  alterada por la creciente relevancia de la cuestión catalana en el conjunto de la vida política española y por los resultados de los comicios del 21 de diciembre en Catalunya, en los que Ciudadanos no solo ganó las elecciones sino que arrasó al PP. Este partido que ha sido el principal responsable de la aplicación del artículo 155 no solo no se ha visto recompensado por ello por parte de los electores que estaban a favor del mismo sino que ha visto como estos se han decantado masivamente por Ciudadanos, quien, por cierto,  había expresado su preferencia por una versión más dura.

En estas circunstancias y con las elecciones municipales y autonómicas a la vuelta de la esquina, puede suceder que el PP, con el objetivo de recuperar el terreno perdido frente a Ciudadanos, opte por radicalizar su posición dando el pistoletazo de salida a una subasta en el campo constitucionalista que puede tener consecuencias imprevisibles. 

Crispación al alza

Por un lado, quizá porque acabe endureciendo la respuesta a la situación en Catalunya, lo que no hará sino incrementar la crispación. Por otro, porque puede condicionar los debates en el seno la Comisión para la evaluación y modernización del Estado autonómico que ha iniciado su andadura y condicionar el sentido de cualquier intento de reforma. Y, finalmente, porque puede acabar supeditando a otros actores políticos como el PSOE y Podemos, que previsiblemente deberían sentirse menos cómodos en un escenario de polarización en torno a la cuestión nacional. Sobre todo, teniendo en cuenta que en ese mismo contexto la evolución de sus homólogos de la tercera vía en Catalunya no resulta nada alentadora.