Opinión | Ideas

Miqui Otero

Escritor

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¿Te acuerdas de lo blanca que era 'Friends'?

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Si lees estas líneas en el año 2218 me gustaría decirte dos cosas. Una: ¿la gente aún hace fotos a sus platos de comida y las comparte con desconocidos? Y dos: perdona.

Perdona porque es posible que esta columna sea poco graciosa ahora, en enero del 2018, pero es muy probable que sea percibida como una solemne tontería, incluso malintencionada, en el futuro. Las opiniones, como el patrón de los pantalones o la dieta recomendable para un bebé, cambian con cada época.

Querido e improbable lector del futuro (solo por curiosidad: ¿la gente aún habla por teléfono?, ¿todavía va en mallas al gimnasio?, ¿dicen "a ver si nos vemos" cuando no se pueden ni ver?), la escribo a propósito de la reemisión de 'Friends'. Por si es una serie ya olvidada, fue una comedia blanca (en todos los sentidos) de situación que triunfó a finales del siglo XX. En el 2018 se volvió a emitir en una plataforma 'online' (¿internet qué onda?, ¿al final Twitter cambió el mundo?) y recibió un alud de críticas por chistes de dudoso gusto y reparto casi supremacista.

Intentar silenciar cómo éramos en el pasado es como hundir un balón en el mar: saldrá propulsado hacia fuera

A mí no es que 'Friends' me cambiara la vida. Me gustaba más un grupo musical llamado Buzzcocks, una serie titulada 'Seinfield' y un postre denominado queso con membrillo, pero tenía encanto y llama mi atención cómo se ha juzgado tan acaloradamente una comedia costumbrista de ayer en base a lo que hoy se considera ideal. Sé que algunas ficciones son más sensibles a la diferencia y audaces para adelantar el cambio: pienso en 'I Love Lucy', una 'sitcom' de 1951 sobre un matrimonio mixto, un cubano y  una estadounidense, con un pionero personaje femenino divertidísimo. Y apuesto por ver de forma crítica obras del pasado, no tanto para juzgar su virtud moral como para corregir defectos y estereotipos en las del futuro: por ejemplo, no diría que 'Guerra y paz' apesta solo porque Natasha, su ideal de mujer rusa, tenga solo 14 años cuando  la empiezan a pretender húsares y condes; aquello se vivía como natural a principios del siglo XIX, pero lo grave sería que yo planteara como fenomenal un romance entre una niña de la ESO y un banquero treintañero en una de mis novelas ambientadas ahora en Barcelona. Por último, aprecio la diferencia entre cómo envejece un chiste de Eugenio y uno de Arévalo, lector del 2218, aunque probablemente no sepas de qué narices te estoy hablando (Chiquito sí te suena, ¿no?).

Pero me atrevo a opinar que no deberíamos maquillar los textos de generaciones anteriores como hace el Ministerio de la Verdad en la novela '1984'. Hasta obras bastante más tóxicas que 'Friends', como panfletos antisemitas o clasistas, pueden ser útiles siempre que se las rebata en ediciones críticas que aporten contexto y cuestionen vigencia. Intentar silenciar cómo éramos en el pasado (y normalmente el ser humano era y será, ni me libro ni te libras, tirando a idiota) es como hundir un balón en el mar: saldrá propulsado con más fuerza.

Ya en mi época, algunos dibujos animados antiguos se emitían con una cartela previa avisando de que eran producto de su tiempo: "Pueden representar prejuicios raciales o étnicos. Retocarlos sería como defender que nunca existieron". Aquello se hacía porque los dibujos, en el 2018, los veían sobre todo niños, cuando su capacidad crítica es aún gelatinosa y vulnerable. Es muy probable que en el futuro esos avisos se exijan en todas las obras del pasado, también en las adultas y en las casi ofensivas. De ahí mi disculpa por esta columna y una última duda: ¿Messi es el mejor de la historia, no?