Geometría variable
CDC, el Palau y el 3%
El partido que fue fortaleza inexpugnable afronta ahora el riesgo de la desbandada final
Joan Tapia
Presidente del Comité Editorial de EL PERIÓDICO.
JOAN TAPIA
Durante años Catalunya vivió en un dulce oasis en el que todo iba bien. Mandaba un partido nacionalista, pero moderado y que sabía pactar con Madrid. De centroderecha, pero pragmático. Catalunya ganaba autogobierno y la economía tiraba. Los socialistas tenían los ayuntamientos y ganaban las legislativas. Nada es perfecto, pero cuando entorpecían demasiado –Josep Maria Sala o Pasqual Maragall– el poder mediático-patriótico sacaba las uñas.
¿Era la Arcadia feliz? No, pero tampoco infeliz y se consagró la creencia de que era una de las regiones (se aceptaba el término) motoras de Europa. Por descontado más moderna que la casposa España. Pero aquel partido –que parecía una fortaleza inexpugnable– tenía puntos débiles. Uno, era la estructura leninista. Solo mandaba el jefe, Jordi Pujol, que se equivocaba poco, pero tenía alergia al debate interno (Roca se tuvo que ir tras no lograr ser autónomo desde el ayuntamiento barcelonés). Dos, el rumor de una financiación turbia y de mangoneo económico excesivo de la familia Pujol.
Y los fallos emergieron cuando Pujol decidió retirarse porque Maragall sacó más votos que él en 1999 y luego, en el 2003, el tripartito (con ERC e ICV) llegó a la Generalitat. Aquello, tras 23 años de dominio, no era la normal alternancia sino una herejía. Y Maragall, en un tenso debate con Artur Mas, heredero provisional de la fortaleza, dijo aquello de: «Ustedes tienen un problema, el 3%». ¡Intolerable!
Luego, en el 2009, cuando estalló lo del Palau de la Música, se rompió el velo. Había 3% y con malas compañías. Fèlix Millet, de una gran familia catalanista, saqueaba el Palau y hacía, al mismo tiempo, de cañería de fondos para CDC. Y en el 2014, con una extraña confesión, lo de la extraña familia acabó explotando.
Este lunes la sentencia del Palau confirmó lo que se intuía y sabía. Problemas de financiación ilegal los han tenido muchos partidos (y no solo en España). El PSOE tuvo su Filesa pero volvió a la Moncloa sin cambiar de nombre ni de ideología. El PP arrastra la Gürtel, que puede acabar fatal, pero sigue fiel a su marca. En el caso de CDC quizá se pecó más pues decía que encarnaba a Catalunya y su líder se vendía como el 'padre de la patria'.
Y apostó por la huida hacia adelante. Cambiar de nombre (a mal) con el mismo líder y proclamar que el único error fue no levantar antes la estelada y tardar en reconocer que España era insufrible, una democracia de baja calidad, un Estado corrupto y un barco a abandonar. No como las ratas sino como catalanes decentes.
La autonomía del 155
Así hemos aterrizado en la autonomía del 155 y, tras una lenta instrucción de ocho años, la justicia ha concluido que el PDECat debe devolver (con sus sedes embargadas), los seis millones de los que se lucró con Millet de intermediario. Pero que quede claro, el único culpable es Daniel Osàcar, el sufrido tesorero por el que sus jefes –los que mandaban– ponen la mano en el fuego. Y si Mas dio la semana pasada otro paso al lado fue solo por el bien de Catalunya.
- TiempoActivada la prealerta del plan Inuncat por lluvias en varios puntos de Catalunya: "Puede superar el umbral
- SanidadLa tosferina se dispara en Catalunya: los casos de este año ya multiplican por 13 los de todo 2023
- BarcelonaVídeo | Las olas causadas por la borrasca 'Nelson' vuelven a comerse las playas de Barcelona
- Internacional25 años de cárcel para Sam Bankman-Fried, el niño prodigio de las criptomonedas
- Ocio y CulturaMuere la periodista Anna Pérez Pagès, rigor y compromiso con la cultura
- SociedadDestrozos, puñaladas y "fiestas con escorts" en los nuevos rascacielos de lujo de Madrid: "Me fui por miedo
- SociedadUn menor y un hombre que intentaba salvarlo mueren ahogados por el oleaje en la playa del Miracle de Tarragona
- SociedadDani Alves acude a firmar a la Audiencia de Barcelona para cumplir con las medidas impuestas para su libertad