tú y yo somos tres
El dolor de Rato: ¡la mano en el cogote!
Ferran Monegal
Crítico de televisión
Ferran Monegal
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Ha sido la semana de Rodrigo Rato. Su comparecencia en el Congreso, ante comisión parlamentaria, en los Telediarios de TVE-1 ha tenido el reflejo, el tratamiento, la narrativa informativa que esperábamos. Han resaltado enormemente los pasajes en que atacaba a Zapatero, y los momentos que cargaba contra el Gobierno socialista. En cambio, han pasado de puntillas sobre sus declaraciones contra el ministro De Guindos, y prácticamente han silenciado sus invectivas contra el actual ministro de Justicia (Rafael Catalá) y su indignación porque «contó mis datos fiscales en Los desayunos de TVE». O sea, ninguna sorpresa en el tratamiento y selección informativa de TVE: se han esforzado en dar visibilidad a los ataques de Rato al Gobierno socialista, y al mismo tiempo han minimizado, y hasta ocultado, las partes de su intervención en las que centraba sus dardos contra el PP. Una nueva gesta de TVE en su acreditada trayectoria como expertos en manipulaciones y otros trompe-l'oeil desinformativos. Seguramente, esta manera de alterar la realidad declarativa tampoco gustó a Rodrigo Rato, porque el martes por la noche apareció sentado en El gato al agua (Intereconomía TV) dispuesto a que Gonzalo Bans le practicase una entrevista. ¡Ah! Le hicieron un impagable trabajito. Le decía el entrevistador, enseñándole el día en que fue detenido en su domicilio: «¡Es la pena del telediario! ¡Ya le estaban condenando ante la opinión pública!». Y Rato, cobijado en ese papel de víctima que el programa le servía en bandeja, se quejaba: «Fue muy duro. Mi domicilio lleno de agentes aporreando, y no con suavidad. No llamaron al timbre, ¡aporrearon la puerta! Abrieron mis armarios, y también los de mi mujer. ¡Terrible, terrible!», y añadió: «Fue Moncloa la que avisó a los medios de comunicación». Y expresó con dolor que lo que buscaban era esa foto con un policía metiéndole en el coche con la mano en el cogote. ¡Ahh! La mano en el cogote. Eso sí que a Rato le dolía. Tratarle como a un vulgar ladrón o quinqui, ¡a él!, que ha sido hasta vicepresidente del Gobierno y persona importantísimo, le parecía una canallada, ¡una injusticia!
Hombre, después de esta entrevista, Rato debió quedar reconfortado. El problema es que, a estas alturas de la película, que una cadena de televisión intente transformarle en víctima, ya no cuela, amiguitos.
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