EN CLAVE EUROPEA

La problemática Bulgaria, al frente de la Unión Europea

Boiko Borisov (derecha) recibe en Sofía al primer ministro irlandés, Leo Varadkar

Boiko Borisov (derecha) recibe en Sofía al primer ministro irlandés, Leo Varadkar / periodico

Eliseo Oliveras

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Bulgaria ha asumido esta semana la gestión semestral de la Unión Europea (UE). Por primera vez desde su adhesión en el 2007, recaerá sobre el Gobierno búlgaro la responsabilidad de impulsar las políticas europeas, generar consensos y presidir los Consejos de Ministros sectoriales (excepto Exteriores y Eurogrupo). Bulgaria concentra los problemas políticos y socioeconómicos que están socavando la UE: banalización de la ultraderecha, corrupción, deterioro democrático, pobreza, desigualdad y desequilibrios extremos entre los estados miembros.

El Gobierno búlgaro está encabezado por el incombustible Boiko Borísov, cuyo partido conservador Ciudadanos para el Desarrollo Europeo de Bulgaria (GERB) forma parte del Partido Popular Europeo (PPE) y respalda por principio todas las posiciones de Berlín en la UE y es su aliado más fiel en el Este, como reconoció el exministro de Justicia Hristo Ivanov

Borísov sigue la estrategia de otros partidos populares de asociarse a la extrema derecha para gobernar, igual que ha hecho Austria, dando a la ultraderecha un rango de respetabilidad. Como Austria asumirá la presidencia semestral rotatoria europea en la segunda mitad del año, la extrema derecha será corresponsable de gestionar la UE durante todo el 2018, algo que los padres fundadores, Robert Schuman y Jean Monnet, hubieran considerado incompatible con la esencia misma de la UE.

El "buen populismo"

El ultraderechista Patriotas Unidos, que agrupa al Movimiento Nacional Búlgaro, al Frente Nacional de Salvación de Bulgaria y a Ataque, cuenta con dos viceprimeros ministros en el Gobierno, que supervisan las áreas de economía, orden público y seguridad nacional y uno de ellos es también ministro de Defensa. Además, Patriotas Unidos ocupa las carteras de Economía, Trabajo, Medio Ambiente, Agricultura y Cultura.

Borísov y su partido GERB han asumido gran parte de los planteamientos ultras antiinmigración con una política de mano dura, pero evitando el choque frontal con la Comisión Europea, a diferencia de Hungría y Polonia. Borísov sigue la estrategia del "buen populismo" de la que alardeaba el primer ministro holandés, el liberal Mark Rutte, para combatir al ultra Geert Wilders y que también ha aplicado el canciller austriaco, el conservador Sebastian Kurz, para ganar las elecciones. Pero con esta estrategia los conservadores europeos se han vuelto populistas y los planteamientos ultras se han convertido en posiciones políticas normales, advierte el profesor Cas Mudde, especialista en populismo y extremismo político.

Campeón de la corrupción

Pese a que Bulgaria se encuentra bajo tutela de la Comisión Europea desde su adhesión por su corrupción generalizada y laxitud frente al crimen organizado,  la corrupción, lejos de reducirse, ha empeorado en los últimos años, tanto a nivel administrativo como político, con un 22% de la población adulta reconociendo haber participado al menos en una transacción corrupta al año, detalla el informe 'State Capture Unplugged' del Center for Study of Democracy de Sofía. Transparency International sitúa a Bulgaria como el país más corrupto de la UE y le coloca en el puesto 75 del 'ranking' mundial. Incluso Borísov ha sido acusado de estar involucrado en operaciones ilegales con oligarcas y el crimen organizado, como detallaba el embajador norteamericano John Beyrle en un cable diplomático del 2006 filtrado por WikiLeaks.

El presidente búlgaro, el independiente Rumen Radev, ha vetado esta semana la nueva ley anticorrupción, porque considera que dificultará aún más la lucha contra esa lacra y que la falta de independencia de la nueva agencia puede ser usada por el Gobierno para perseguir a rivales políticos.

El poder de los oligarcas sobre el Estado y la economía contribuye a mantener a Bulgaria como el país más pobre de la UE, con el 40% de la población en riesgo de pobreza y el 32% sufriendo graves privaciones materiales. La influencia de los oligarcas también ha deteriorado el sistema democrático, no sólo a través de su poder sobre los políticos, sino también sobre los medios de comunicación y la opinión pública. Uno de los oligarcas más poderosos, Delyan Peevski, controla el 80% de la prensa escrita además de televisiones y radios. Desde su adhesión a la UE, Bulgaria ha retrocedido en el Índice Mundial de Libertad de Prensa del puesto 51 al 109 y hasta Borísov se ha permitido amenazar a periodistas críticos, sin que esto parezca importarle a la Comisión Europea.