Dos miradas

No empezamos bien

Las urnas golpeadas del 1-O quebraron la última confianza de muchos. Las heridas quizá no cicatricen nunca

El hemiciclo del Parlament de Catalunya, vacío.

El hemiciclo del Parlament de Catalunya, vacío. / periodico

EMMA RIVEROLA

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La actualidad no deja margen a la ingenuidad. Los mismos 'chats' que se colmaron de buenos propósitos la noche de fin de año, volverán a cargarse de intransigencia. Aliento y abrazo para unos, desarraigo para otros. Las palabras convertidas en trinchera. Nació un 2018 con la cara lavada que no tardará en ensombrecerse. La suma de anhelos épicos e impotencias políticas no pueden dar buen resultado. Lo único meridianamente evidente es que todos hemos vivido o hemos sabido de reuniones navideñas impregnadas de discusiones o silencios que hace unos años serían impensables. Sabemos qué nos ha traído hasta aquí, el inventario de agravios es largo y tiene diferentes protagonistas, en cada muesca grabada por la incompetencia de los políticos más ciudadanos se han ido sumando al desencuentro. Las urnas golpeadas del 1-O quebraron la última confianza de muchos. Las heridas quizá no cicatricen nunca.

Los políticos que nos han traído hasta aquí están avalados con nuestros votos, pero solo nuestra voluntad puede evitar que nos arrastre su mediocridad y su irresponsabilidad. Está en juego la paz social de los próximos años. Y no vamos bien. No deja de ser paradójico que mientras vivimos en un rincón del mundo privilegiado, haya tantos a quienes les parezca insoportable la situación de desagravio y otros que estén soñando con hacer las maletas y librarse de la tensión. Estamos perdiendo el sentido de la realidad