Una Navidad especial
Laura, Sergi, Txell y todas las parejas de la prisión y el exilio
Al volver de la cárcel no puedo hablar con nadie ni enviar mensajes, nada. Intento estar serena. Sé que puede ser largo
Sílvia Cóppulo
Periodista y psicóloga.
Licenciada en Psicología y Doctora en Comunicación. Profesora de Comunicación en la Universitat de Barcelona
SÍLVIA CÓPPULO
Su voz sonríe. Laura Masvidal ha pasado la Navidad en familia. Antes de la 'escudella', han leído la carta que su padre les ha hecho llegar. Quim Forn intenta transmitirles su paz interior en la frialdad de la celda. Serenidad. Ha entendido, me dice su esposa, el sentido de su presidio. No es absurdo, no. Y no se siente solo, y ¡mira que hay una gran cantidad de personas que sí que están solas en la cárcel!, nos dice. Nos ha pedido que estuviéramos juntas y contentas. Esta Navidad es distinta, es dura, pero es intensa y bonita. ¿El futuro? Solo queremos agarrarnos a las certidumbres. Quim está contento por el resultado del Barça (ríe ahora Laura) y el 21-D ha abierto un escenario de paz clarificador.
Mi abuela, que tiene casi 100 años, después de la comida de Navidad, me ha preguntado: «¿Y quién le lava la ropa en la cárcel?» Ella, que ha vivido una guerra, se detiene en cuestiones sencillas, que hablan de cuidarse y de quererse de verdad. Txell Bonet se sabe de memoria los días que puede encontrarse con Jordi Cuixart en los 'vis a vis', siempre con su hijo Amat de cinco meses, colgando en su pecho. Es como irreal encontrarnos solos físicamente allí compartiendo dos horas. Hablamos de muchos temas que no podemos acabar. Lo peor es la vuelta de la cárcel a Atocha. Entonces no puedo hablar con nadie ni enviar mensajes, nada. Intento estar serena. Sé que puede ser largo.
Olor a 'escudella'
El Watsapp desprende el olor de 'escudella'. Bruselas. Sergi Corbera ha cogido a su hija y han vuelto a encontrarse con su padre, Toni Comín. Ahora papá trabaja en Bélgica, le contamos. Claro que podría parecer que él prefiriera trabajar lejos a estar con nosotros en casa. La psicóloga me dijo: «Mira, la pena se puede superar; la desconfianza, no». Teníamos que contar la verdad a nuestra hija. Hoy el árbol de Navidad belga brilla rebosante de bolas rojas.
Conocí a Laura, Sergi y Txell en el encuentro, en la iglesia de Sant Felip Neri, de Cristians per la independència. Han querido compartir con nosotros la cotidianidad más íntima de su Navidad. Ojalá que el 2018 abra un tiempo para la esperanza.
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