Opinión | Ideas

Desirée de Fez

Periodista y crítica de cine.

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Películas vs. expectativas

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Estas últimas semanas han sucedido dos cosas maravillosas (entre otras muchas infames). Una es el estreno de 'Star Wars: Los últimos Jedi'. Otra, el lanzamiento del primer tráiler de 'Jurassic World: El reino caído', la secuela de la taquillera 'Jurassic World' (2015) que ha dirigido J. A. Bayona. En un momento como este, en el que todos opinamos públicamente sobre todo y de manera casi siempre compulsiva (lo que no tiene por qué ser malo), esos dos acontecimientos han convertido una parte de internet en una fiesta. Si te gustan el cine, los fenómenos fan y las tesis locas, dudo que no hayas disfrutado con las llamaradas que las películas de Rian Johnson y Bayona han provocado en redes sociales y foros.

El estreno de 'Los últimos Jedi' y el tráiler de 'Jurassic World 2' han convertido una parte de internet en una fiesta

Es imposible no engancharse a las polémicas de Twitter, los comentarios de los lectores a determinadas críticas y las imponentes discusiones sobre películas en algunos foros, llenos de piropos locos, cuestionamientos ingeniosos y observaciones brillantes; también de enfados ridículos, algo que, por desgracia, ocurre con todo. Habrá quien abomine del examen y la disección pública (no incluyo el linchamiento, algo que detestamos todos) a los que están sometidas hoy día las películas. Pero, huyendo sistemáticamente de debates estériles y de hilos planteados desde el odio, la ignorancia y la ofensa, yo disfruto del debate que generan actualmente las películas en internet. Me parece enriquecedor y divertido.

Sin embargo, en estos días de absoluta adicción a los comentarios sobre 'Star Wars: Los últimos Jedi' y sobre el tráiler de 'Jurassic World: El reino caído' he detectado algo que no me gusta mucho. Es la tendencia absurda a cuestionarnos las películas no por cómo son, sino por cómo nos gustaría que fueran. No las criticamos porque consideremos que están mal; las criticamos porque no son lo que esperábamos, porque en ellas no suceden las cosas que nos habría gustado ver; en definitiva, porque el director (y/o los productores) ha hecho su película en vez de la nuestra. No es la mejor actitud, sobre todo si luego nos quejamos de que al cine contemporáneo, sobre todo al 'blockbuster', le falta personalidad.