opinión

Montoro también es un sentimental

El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro.

El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro. / periodico

Jesús Rivasés

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Cristóbal Montoro, en Madrid, aguarda el veredicto de las urnas catalanas el 21-D. El ministro de Hacienda, todo un veterano y superviviente de la política, tiene encima de la mesa la papeleta de solucionar el embrollo de la financiación autonómica. Lo que Pedro Solbes, en tiempos de Zapatero, calificó como un sudoku, se ha enrevesado todavía más y Miquel Iceta, con su propuesta electoral de condonación de la deuda catalana con el FLA (Fondo de Liquidez Autonómica) ha subido la apuesta hasta la estratosfera fiscal.

Pedro Luis Uriarte, el exconsejero de Economía del País Vasco que negoció el Concierto, defiende –y sabe de qué habla- que el sistema podría extenderse a todas las Comunidades Autónomas. Economistas liberales como Rallo y Bernaldo de Quirós entre otros sugieren algo parecido. Montoro, que es un pragmático sentimental, no puede apoyarlo, pero es consciente de que hay que innovar para resolver el embrollo de la financiación autonómica. La quita o condonación de la deuda catalana con el FLA, a la que se apuntan otras Comunidades Autónomas, significa –ni más ni menos- que correría a cuenta de todos los españoles, catalanes incluidos. Una forma de pagar lo mismo sin que lo parezca. Eso sí, los mandamases de cada Comunidad se apuntarían el tanto del perdón estatal o de la quita.

La sugerencia de Pedro Luis Uriarte de "Concierto para todos" caerá en saco roto, es obvio, pero podría terminar con la irresponsabilidad fiscal de muchas Comunidades y del populismo de sus dirigentes. Significa recaudar –y fijar con bastante margen- los impuestos. Lugo habría que contribuir con los gastos estatales y ahí, como pasa con el País Vasco, todos decidirían llamarse andana, pero no es una fórmula imposible. El problema es que también habría que apechugar con las consecuencias, porque para algunos es más sencillo culpar al Gobierno central de todo y gastar a destajo para asegurarse votos. Uriarte, por cierto, fue testigo de cómo, en los albores de la democracia, el entonces ministro de Hacienda, García Añoveros, ofreció el Concierto para Catalunya al 'conseller' de Economía, Trías Fargas, algo que por indicación de Pujol rechazó porque pensaban que con una negociación permanente obtendrían más.  

El día después del 21-D, salvo sorpresa electoral morrocotuda que lo condicione todo, Cristóbal Montoro tendrá que agarrar por los cuernos el todo del resideño de la financiación autonómica, todo un desafío para el que el ministro, claro, ya tiene previsto apuntar la mayoría de las deudas autonómicas en la barra de hielo, con el reto añadido de que no se note, lo que le convierte en todo un pragmático sentimental del erario público. Al fin y al cabo, el Concierto para todos –o solo para algunos más- es imposible, pero sólo porque la solución de los problemas económicos es siempre política, como explicaba Fuentes Quintana, el padre de los Pactos de la Moncloa. El Estado, antes o después, condonará deudas autonómicas, lo que significa que las pagaremos todos los contribuyentes. Sencillo y sentimental, como Montoro.