Análisis

Flatulencias en campaña

Probablemente Junqueras es un romántico, que aún piensa que los principios lo son todo. Pero él no puede hacer campaña

Josep Rull, en su despacho, según su cuenta de Twitter.

Josep Rull, en su despacho, según su cuenta de Twitter. / periodico

CRISTINA PARDO

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«Era una comida muy flatulenta. Para entendernos, un cocido de aquellos intensos». Así relataba Josep Rull, ya metido en campaña, detalles sobre su estancia en prisión. No sé muy bien qué es lo que pretende trasladar el 'exconseller'; si quiere decir que los garbanzos en Catalunya no provocan aires o quiere mostrar la dureza de Estremera. «El primer día nos dieron unas hamburguesas tan quemadas, que se me rompió el tenedor». ¿Tuvo mala suerte? ¿Estaban todas achicharradas o es que cuando le vieron llegar la suya la hicieron un poco más? ¿Pretende Rull generar un sentimiento de pena ante sus potenciales votantes o sugiere que el trato en prisión es denigrante? En mi opinión, y sin menospreciar la dureza indudable de la experiencia, creo que hay algo de la teatralización habitual de campaña

Están siendo días muy interesantes, por lo peculiar de estas elecciones. De un lado, los 'exconsellers' construyen una especie de retrato heroico de su paso por la cárcel, mientras Carles Puigdemont desarrolla un relato estoico de su estancia en Bruselas. Participa en uno o dos actos cada día, con la fuerza que le da aparecerse en un plasma en cada mitin que se celebra en Catalunya, esperando que los votos se impongan finalmente al cumplimiento de la ley. Seguramente sabe que tiene muy difícil poder volver para ejercer de 'president', pero una victoria electoral reforzaría su permanente cuestionamiento de un Código Penal, que también ha sido refrendado por los votos en el Congreso de los Diputados. 

Estoico Junqueras

Al mismo tiempo, Oriol Junqueras se mantiene firme en sus convicciones, genuinamente estoico. Por eso, el juez no accede a su excarcelación. Probablemente Junqueras es un romántico, que aún piensa que los principios lo son todo. Pero él no puede hacer campaña; de ahí que ya haya miembros de ERC que estén deslizando la idea de que el 'expresident' abandonó el barco sin importarle a quién dejaba atrás.

Una campaña electoral basada en la fuerza de los principios, cuando tu sustituta no se sabe ni la tasa de paro, tiene poco que hacer frente a candidatos que predican desde el exilio, candidatos que bailan y quieren pasarse la deuda por el forro o frente a teloneros tan mediáticos como Pablo Iglesias o Ada Colau. Es verdad que Inés Arrimadas tampoco entiende de desempleo. Quizá por eso, Ciudadanos ha optado por capitalizar la aplicación del 155.

Sorprende también en estos días la defensa numantina que hace la CUP del proyecto independentista, cuando hasta los anteriores gestores de la Generalitat han admitido que es inviable. Igual es que ellos tienen un plan especialmente diseñado para que la república sea posible sin perjuicio para los trabajadores. Igual... Y qué decir de Xavier García Albiol. El candidato del PP pidió el voto antes del plazo que marca la ley: «Como somos más chulos que nadie...». Y culminó su desastroso discurso con un «a por ellos». Quién le habrá dicho a Albiol que esa agresividad le da votos en Catalunya. Queda aún más de la mitad de la campaña. Cuánto humo. Cuántos aires.