El modelo territorial

Café para todos

Rajoy saluda a los presidentes del Congreso y del Senado.

Rajoy saluda a los presidentes del Congreso y del Senado. / periodico

JOSÉ ANTONIO BUENO

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Si veinte años no es nada, tal y como dice el tango, cuarenta «tan solo» es el doble de nada. Y aunque el tiempo pasa volando la verdad es que nuestro Estado de las autonomías comienza a mostrarse algo gastado por no decir ajado. 

Quienes participaron en su gestación cuentan que la idea era definir un Estado asimétrico en el que las comunidades con estatuto en la república (Catalunya y Euskadi) más Galicia (que no llegó a tenerlo por el golpe del 36) tendrían un status diferente al resto de regiones en las que se desarrollaría un modelo descentralizado administrativamente pero no políticamente. Esa asimetría no se explicó demasiado bien y llegaron presiones de todos lados para no quedarse atrás. En lugar de entenderse que había hechos diferenciales lo que no quería nadie era parecer de segunda categoría. 

Referéndum en Andalucía

Primero Andalucía entró en el grupo de comunidades históricas, referéndum mediante, y luego el resto fueron ampliando competencias una vez que se vio ingestionable la asimetría y se optó por el café para todos. Por el camino el partido en el Gobierno, UCD, se desintegró entre otras cosas por esas tensiones territoriales. Hoy no hay grandes diferencias entre haber accedido a la autonomía por el artículo 151 (comunidades históricas) o el 143, entre otras cosas porque fundamentalmente regulaban distintas maneras de llegar a un mismo estadio de descentralización administrativa y, también, política. 

Pero a pesar de ese café para todos hay cuatro territorios forales que sí son diferentes: Álava, Guipúzcoa, Vizcaya y Navarra recuperaron en la Constitución del 78 sus derechos forales. Recaudan todos los impuestos y después pasan cuentas con el Estado por los servicios recibidos, mediante el concierto vasco y el convenio económico navarro. 

Las nuevas cantidades del cupo

Recientemente hemos vivido airados comentarios respecto al «privilegio» de los vascos al fijar las nuevas cantidades del cupo, es decir, lo  que Euskadi debe abonar por los servicios relacionados con las competencias no transferidas, como defensa o exteriores, pero entre el revuelo promovido por los intereses de agradar a sus respectivas galerías ha surgido una idea, casi de puntillas, que podría ser muy interesante si se desarrolla bien: el sistema del cupo podría extenderse a toda autonomía que lo pida.

El cupo puede parecer un privilegio porque solo lo tiene dos comunidades, pero implica una gran responsabilidad fiscal. Si tienen déficit se ponen a la cola y solo se les cubre lo más básico. Con superávit, sin embargo, pueden hacer casi todo lo que quieran, pero ellos son los responsables de subir o bajar la gran mayoría de impuestos. Sería muy interesante ver que comunidades se atreverían a este ejercicio de responsabilidad. Ahora el café para todos puede llevar sal para quien gaste más que ingrese.

Hay quien dice que no es viable pero todo es cuestión de hacer números con el lápiz afilado y, sobre todo, ser responsable e institucionalmente leal. Con un poco de suerte nuestro ordenamiento territorial puede llegar a su madurez tras la grave crisis de adolescente malcriado que acabamos de sufrir.