TRIBULACIONES DE UN ACTOR

7.944 palabras a memorizar

Mis tribulaciones de estos días son aprenderme el texto de 'Moby Dick' que he empezado a ensayar porque es muy saludable, de vez en cuando, ocuparse de lo personal y distanciarse un poco de lo, digamos, comunal

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JOSEP MARIA POU

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¿Quieren saber qué es lo único que me preocupa en este preciso momento? Cómo demonios conseguiré saberme de memoria las 7.944 palabras que conforman el texto de la versión teatral de Moby Dick que he empezado a ensayar esta semana. Esto y no más. Cualquier otra cosa me la refanfinfla (así, con tres efes y dos enes bien trabadas). Mis días, mis horas, se reducen a esto: estudiar, memorizar, repetir, aprender, acumular, sumar a una palabra la siguiente, y a esta otra, y otra, y otra… Y todo con plazo fijo: la noche del estreno, el examen. 

Oigo hablar del miedo del escritor ante el folio en blanco y pienso que lo prefiero al miedo del actor ante los cuarenta folios de letra apretada. El escritor es, en última instancia, dueño para crear, fabular, escoger vocablos, puntuar a su aire y fabricar estilo. Libre. El actor en trance de memorizar es, en cambio, un prisionero de párrafos y líneas; un esclavo que debe someterse al azote de lo escrito. Ni comerse una coma le está permitido.

Esqueleto de acero que le abraza y que le obliga, eso es el texto en los primeros días de estudio. El enemigo a batir. La cima a conquistar. La obsesión. Utilizo palabras del mismo capitán Ahab (es decir, de Herman Melville) para informarles de lo mio: «Duermo, soñando, con las manos apretadas, y despierto como si escapara de una cama en llamas, con sangre de mis propias manos en las uñas». 

Si les cuento ahora a ustedes mis tribulaciones de estos días no es por vanidad, ni por creerme singular en el esfuerzo que sé que comparto con el de otros y muy diversos oficios, sino porque caigo en la cuenta de que, de vez en cuando, es muy saludable ocuparse de lo personal y distanciarse un poco de lo, digamos, comunal.

No ignoro nada de lo que ocurre a mi alrededor: la campaña electoral que empieza el lunes, las decisiones que deben tomar algunos jueces de Madrid y Bruselas, también el lunes, y el frío polar que nos puede dejar a todos tiesos antes del lunes. Pero hoy me ocupo de lo que me preocupa. Y el lunes será otro día.

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