Las prioridades de Catalunya

La urgencia de recuperar una agenda social

Quizá si comenzamos a poner en común aquello que nos une será más fácil tender puentes y construir consensos en aquello que nos separa.

Un joven busca comida en un contenedor de basura orgánica, en Barcelona.

Un joven busca comida en un contenedor de basura orgánica, en Barcelona. / periodico

BEATRIZ SILVA

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Desde hace algún tiempo se anuncia el fin de la crisis económica. Esta recuperación no ha llegado, sin embargo, a los hogares más vulnerables, que están desde hace años inmersos en la precariedad y cuya situación, lejos de mejorar, se ha cronificado en estos años de ajustes y recortes.

Los últimos datos del Idescat revelan que, lejos de decrecer, la tasa de personas que vive bajo el umbral de la pobreza en Catalunya subió dos décimas, situándose en el 19,2% en el último periodo registrado.

Estas cifras se traducen en la práctica en que un millón y medio de ciudadanos no es capaz de satisfacer sus necesidades básicas. De estos, medio millón sufre una privación material severa, es decir, no puede pagar las facturas domésticas, mantener sus hogares calientes o consumir una dieta equilibrada.

El 'procés' ha centrado las energías

Estas cifras, que deberían estar en el centro del debate político, han quedado, sin embargo, invisibilizadas por el llamado procés. Las energías del Gobierno de Catalunya y de muchas de las administraciones locales se han centrado desde el 2012 en avanzar en una hoja de ruta hacia la independencia, olvidando que en esos mismos años la ciudadanía situaba entre sus principales prioridades otras cuestiones. Concretamente, según el CEO, el paro, la precariedad laboral, el funcionamiento de la economía, las políticas sociales, la sanidad, la educación y el acceso a la vivienda. Solo un 20% de los consultados consideraba en julio pasado, según este organismo que depende de la Generalitat, que el problema más urgente era la relación entre Catalunya y España.

¿Se puede supeditar toda la acción de gobierno a un único objetivo que solo considera prioritario por encima de otras cuestiones una quinta parte de la población? Lo razonable es que no debería ser así.

Somos muchas las personas convencidas de que la próxima legislatura tiene que abrir una nueva etapa en la que comencemos a hablar de deberes y no solo de derechos.

Un 29% de pobreza infantil

En primer lugar, el deber de resolver los graves problemas económicos y sociales. Si las cifras de pobreza en Catalunya se sitúan en el 19,2%, las de pobreza infantil se alzan hasta un 29,4%. Estamos hablando de niños que no tienen acceso a los mínimos necesarios para desarrollarse, que pasan frío en invierno, que muchas veces no comen lo que necesitan y que están hipotecando con todo ello su futuro. A pesar de que tenemos una excelente herramienta para luchar contra la pobreza infantil en la ley de infancia aprobada por el Parlament en el 2010, no la hemos utilizado porque no se han destinado los esfuerzos humanos y los recursos económicos necesarios para su despliegue.

Como sociedad, no podemos permitirnos una infancia limitada en oportunidades, una tasa elevada de abandono o fracaso escolar, una juventud poco cualificada e incapacitada para acceder y luchar por un trabajo digno. No podemos permitirnos la endémica falta de vivienda pública, de guarderías y de empleo de calidad.

Desde las administraciones públicas se deben priorizar políticas encaminadas a favorecer las acciones de los agentes sociales, políticos y económicos que influyan de manera decisiva en la distribución de la riqueza. Políticas que refuercen las mejoras salariales, de pensiones, de salarios mínimos, de diferencias salariales inaceptables, o de mínimos vitales.

Políticas sociales, no beneficencia

Son muchos los colectivos que han quedado olvidados y muchos los problemas sociales que han sido relegados en estos últimos siete años al terreno de la llamada solidaridad ciudadana, olvidando que estos ciudadanos y ciudadanas tienen el derecho a una vida digna y que no podemos permitirnos reemplazar las políticas sociales garantizadas y el Estado del bienestar por simple beneficencia.

Así como es nuestro deber resolver estos problemas, también lo es entendernos para recuperar la convivencia. Tenemos que encontrar una forma de vivir juntos sin agredirnos, poniendo en común aquellas cosas en las que coincidimos y pactando aquellas en las que no estamos de acuerdo. La democracia consiste en respetar al otro, aunque se encuentre en las antípodas ideológicas, y en buscar un común denominador aunque eso parezca una tarea imposible en el escenario de polarización al que nos hemos visto abocados.

Es difícil pensar que los partidos políticos que representan a la ciudadanía en el Parlament de Catalunya están dispuestos a aceptar que el combate de la pobreza infantil, el paro, la desigualdad o la falta de vivienda pueden seguir esperando. Quizá si comenzamos a poner en común aquello que nos une será más fácil tender puentes y construir consensos en aquello que nos separa.