Gafas con cristales grises para los azulgranas

Yo no vi en Turín el mismo partido que otros comentaristas catalanes

Valverde, con Messi suplente, el pasado miércoles en Turín.

Valverde, con Messi suplente, el pasado miércoles en Turín. / periodico

Antonio Bigatá

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Yo no vi en absoluto en Turín el mismo partido que otros comentaristas catalanes a los que después oí subrayar que el Barça empató con la Juventus en un partido gris en el que estuvo flojo, sin brillantez ni magia. Creo que el equipo ha tenido noches mejores, pero en campo del actual subcampeón de la Champions, un conjunto que prácticamente nunca pierde en su estadio, careció simplemente del tipo de pimienta que echaba NeymarValverde, con la clasificación en la Champions encarrilada, dosificó fuerzas cara a la cita liguera de Valencia prescindiendo de Messi en el conjunto inicial, y apostó por la actual eficiencia defensiva para conseguir el primer puesto del grupo europeo. La Juve actual no está para tirar cohetes, pese a ser un buen y digno grupo futbolero, pero algunos de esos comentaristas catalanes (casi todos curiosamente  del ala hipercrítica con todo lo que se haga duranter el mandato de Bartomeu) podrían abstenerse de tirarlos casi sistemáticamente sobre el equipo propio incluso cuando la tarea de paulatino crecimiento del Barça es lo positiva que es, y cuando los resultados están siendo los que son.

Insisto en que la cuestión de fondo es ir construyendo progresivamente un equipo más sólido que el de las dos temporadas anteriores pese a la fuga de Neymar, pese a que hasta ahora no le haya podido sustituirle Dembelé, pese a que no se pudo fichar a Coutinho, y pese estar a la espera de algún refuerzo de alto nivel en el inminente mercado de invierno. Esa es la verdad, por mucho que se tenga que mirar con el rabillo del ojo la potencia superior y la mayor madurez de proyecto -llevan ya dos años con lo mismo- que en estos momentos parecen tener Manchester City y PSG en el horizonte europeo. Y con otra media docena de equipos con capacidad de discutirle también la Champions al Barça.

Pero han de ser analistas ya muy cansados, muy aburguesados por felicidades pasadas, para ver jugar ahora semana tras semana a Messi, Ter Stegen, Iniesta y Busquets y decir que este Barça carece de magia y brillantez. Y hay que ser injustos para no reconocer lo que están haciendo asimismo Umtiti, Mascherano, Rakitic y Jordi Alba, que junto con los anteriores en estos momentos forman parte de la cincuentena de los mejores jugadores del mundo, con pocos equipos en condiciones de ofrecer un número tan elevado de ellos juntos (y a pesar de que Piqué Suárez ahora no están ahí pero se les espera). Tuve la sensación, por ejemplo, de que cuando al final del partido de la Juve Buffon felicitó a Ter Stegen en realidad le estaba pasando lealmente el testigo de su condición de portero número uno absoluto,  y ese tipo de cosas son algo.

Progresa adecuadamente

Hay comentaristas que parecen querer repartir entre la afición barcelonista gafas con cristales grises que rebajen los colores que van brotando en un equipo que aún carece de infalibilidad defensiva (el brillo del guardameta lo subraya) y va escaso de 'punch' rematador, pero que progresa adecuadamente por la intensidad con que acomete su actual fase de consolidación. Quizás sus mentes equiparan subliminalmente en importancia las citas futuras de la actual Liga y la actual Champions con los próximos choques electorales del club; salsean sus comentarios con trazos más grises de los que ven sin esas gafas muchos de los aficionados de buena voluntad. Ya sabemos cómo es el Barça y por lo tanto, por ejemplo, casi todos entendemos la profundidad -pasta, influencias...- del caso de la renovación de Leo Roures. Perdón, quería decir Leo Messi y no sé en qué estaría pensando (aunque a veces en casos de amistades o conveniencias mutuas estrechas acabo confundiendo los nombres de quienes forman las parejas). En fin, que en la esfera barcelonista hay que pensar en el mundo submarino de patrias, dineros y empleos además de aplaudir las jugadas bonitas.

En cualquier caso, no somos ningún caso único. Si aquella misma noche del miércoles oyeron a los comentaristas más tontitos de Madrid constataron que parecían preferir la gloria de un triunfo por 0-6 en campo de los chipriotas del Apoel que el valor de un empate merecido y sin ayuda de suerte en casa de la Juve. Pobrecitos.