aNÁLISIS

¿Arrepentidos o tacticistas?

El aparente repliegue independentista busca desmovilizar el voto del 'no' para superar el 50% el 21-D... y volver a las andadas

La secretaria general de ERC, Marta Rovira, antes de su intervención en consell nacional del partido.

La secretaria general de ERC, Marta Rovira, antes de su intervención en consell nacional del partido. / periodico

ENRIC HERNÀNDEZ

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Las confesiones aparentemente contritas de caras visibles del independentismo pueden inducir a error. La hoja de ruta secesionista carecía de suficiente respaldo social para ser implementada, susurran tardíamente, reconociendo que nada dispusieron para construir la república en confrontación con el Estado. Súbito arrepentimiento que sintonizaría con el anuncio de que los programas electorales de las fuerzas motrices del independentismo aparcarán las añagazas unilateralistas en favor, de nuevo, del referéndum legal y pactado, única vía realista para conquistar el estado propio. Una buena nueva, si las palabras se transformasen en hechos.

Pero cinco años de dobleces, amagos y medias verdades invitan a la desconfianza. Máxime cuando, ante el incipiente revisionismo del PDECat y ERC, Marta Rovira ha dado carpetazo a la autocrítica asegurando sin pruebas que la república no arrancó porque el Gobierno de Mariano Rajoy amenazaba a Catalunya con un baño de sangre

Grave acusación la de Rovira que, de ser cierta, hubiera justificado que Carles Puigdemont convocase elecciones el 26 de octubre para evitar tanto la DUI como la intervención de la Generalitat, vía artículo 155. ¿O acaso el Parlament proclamó la república a riesgo de que el Estado usara "armas de fuego" y pusiera "muertos en la calle", como denuncia la número dos de ERC?

Cabe otra explicación. La Generalitat, en efecto, ni pudo ni supo burlar el asedio legal del Gobierno. No había estructuras del inexistente estado porque era imposible erigirlas bajo la estrecha vigilancia de un Estado real. Y alentar una sublevación, como defendían algunos descerebrados, acarreaba una confrontación civil de imprevisibles efectos.

Volver a las andadas

Tampoco es descartable que el supuesto giro moderantista del independentismo no obedezca a remordimiento alguno, sino al interés electoral: rebajar la tensión y presentar el 21-D como un plebiscito sobre el 155 y los encarcelamientos, no sobre la secesión. Un repliegue táctico, en suma, para que el voto del no se desmovilice, superar así el 50% de los sufragios y, tras el paréntesis electoral, volver a las andadas