Crisis en Líbano: lo que no sabemos

El primer ministro libanés, Saad Hariri.

El primer ministro libanés, Saad Hariri. / periodico

Eduard Soler i Lecha

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Líbano vive en un estado de crisis permanente. Pero la extraña dimisión de su primer ministro, Saad Hariri, ha disparado las alarmas. La lista de preguntas sin respuesta es larga e inquietante. También es reveladora de un Oriente Medio cada vez más volátil e impredecible.

¿Dimitió Hariri o le dimitieron? El 4 de noviembre, Hariri anunció su dimisión desde la capital saudí aludiendo a amenazas a su seguridad. Pronto se especuló que los saudís le habían forzado a dimitir y el propio presidente libanés, Michel Aoun, utilizó la palabra "secuestro". La razón sería que Hariri habría intentado mantener Líbano al margen del enfrentamiento entre Irán y Arabia Saudí y se habría negado a romper con Hezbollah, la milicia chií libanesa que forma parte de su Gobierno y que es vista por los saudís como un peón de Irán en la región. 

¿Guarda relación con las purgas en el seno de la casa real saudí? Algo parece haber. Bien sea porque la empresa de Hariri participase en las tramas corruptas, bien sea porque su detención hubiese permitido sustraer información para implicar al clan del fallecido rey Abdallah. Con independencia de las motivaciones, la suma de ambas maniobras lanza un mensaje intimidatorio a los rivales del todopoderoso príncipe heredero Mohamed Bin Salman ¿Cómo van a resistírsele si hasta es capaz de forzar la dimisión del jefe de Gobierno de otro país?  

¿Y con el misil lanzado por los hutíes sobre el aeropuerto de Riad? Sucedió con horas de diferencia. Puede no haber relación causa-efecto pero sí que tendrá consecuencias. Riad sostiene que el apoyo logístico y militar de Hezbollah a los rebeldes hutíes en el Yemen fue esencial en esta operación. Creen que la ausencia de respuesta sería vista como un signo de debilidad. La presión sobre Líbano aumenta.

¿Y con el acuerdo nuclear con Irán? El mismo día que Trump anunció que no validaba el acuerdo nuclear, también dijo que era hora de poner fin a las crecientes agresiones de Irán. Riad lo interpretó como un espaldarazo. Si la crisis que empezó con la dimisión de Hariri sube de intensidad, puede que Riad intente aumentar la presión para que aumenten las sanciones sobre Irán.

¿Se forjará una alianza entre Israel y Arabia Saudí contra Hezbollah? Hace años que se habla de un acercamiento discreto. Los saudís pueden intentar convencer a Israel de que ha llegado el momento de atacar a Hezbollah, aprovechando que están debilitados por su implicación en la guerra siria. Hariri se habría opuesto a estas tesis para preservar la estabilidad del país. No es evidente que la alianza se concrete, son muchos los riesgos. Pero tampoco puede descartarse y hay fuerzas empujando en esa dirección.

El papel de EEUU

¿Dará Estados Unidos un apoyo incondicional a sus aliados en la región? Sin este apoyo, Arabia Saudí e Israel se lo pensará dos veces. Pero no descartemos que a alguien se le ocurra que es precisamente pasando a la acción como se arrastrará a Estados Unidos. El objetivo no sería ni Hariri ni Hezbollah. Como ya sugirió el rey Abdallah a los norteamericanos hace una década, se trataría de "cortar la cabeza de la serpiente", apuntando directamente hacia el régimen iraní.

¿Puede Mohamed Bin Salman absorber otro fracaso? Arabia Saudí no está ganando la guerra en Yemen y Qatar resiste bien al bloqueo. No es el mejor comienzo para alguien que quiere acumular más poder y acallar a los díscolos. Puede que la dimisión de Hariri y los planes de enfrentamiento con Hezbollah pretendan abrir un tercer frente que eclipsara las derrotas en los otros dos. Pero también podría ser que estos fracasos acaben frenando las opciones más aventuristas.

Líbano es uno los puntos más sensibles del sistema nervioso de Oriente Medio. Un sistema que conecta toda la región y a través del cuál se transmiten y aceleran los conflictos. Es mucho lo que todavía no sabemos sobre la última de las crisis que sacuden la región pero hay algo sobre lo que no hay dudas. Las apuestas son cada vez mayores y por tanto también lo son las posibles pérdidas.