PEQUEÑO OBSERVATORIO

Tiempo de castañas y recuerdos

Me vienen a la memoria las paradas de otros tiempos y la mujer que removía las brasas de carbón

La web del Ayuntamiento sitúa por distritos los puestos ambulantes de venta de castañas y boniatos.

La web del Ayuntamiento sitúa por distritos los puestos ambulantes de venta de castañas y boniatos. / periodico

JOSEP MARIA ESPINÀS

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Es lógico que haya muchos letreros en las calles de Barcelona. La calle es un continuo escaparate. Letreros importantes y permanentes, letreros improvisados que avisan a los peatones que allá hay una parada de frutas y verduras. Laura Fraile explica que ha visto a Collblanc un letrero realmente curioso: "Se necesita chica con buena presencia para venta de castañas". 

Recuerdo las paradas de castañas de otros tiempos que aparecían cerca de casa y de la mujer que iba removiendo las brasas de carbón para mantenerlas calientes. Hacía frío y la mujer se envolvía el cuello con una bufanda gruesa. De "buena presencia", nada. Como no estoy seguro de que la palabra 'bufanda' tenga alguna relación con la palabra 'bufar' –!ay mi pasión por las etimologías!– me he parado a pensar en la palabra 'castaña'.  

El castaño es un color un poco oscuro, entre terroso y cobrizo. Diría que no es especialmente elegante al ser un color demasiado compacto, demasiado duro. Pienso que todos los colores son bonitos cuando es afinada su intensidad. No es muy halagador, de entrada, definir el color castaño como "similar a la cáscara de las castañas". 

Otros colores se ennoblecen cuando se habla del color del mar, del cielo. Pero eso es hacer trampa, porque ni el mar ni el cielo tienen un color permanente. Y diré, de paso, que me parece muy bien que no se hable del color del infierno, que nadie ha visto.

Pasado de moda

"'Et clavaré una castaña'" –o un 'castanyot'– me parece que ya no son  expresiones habituales. Y estoy seguro de que cuando alguien se encuentra en una situación difícil ningún amigo quiere tranquilizarlo con una frase que había sido popular: "no te preocupes, ya te sacaré las castañas del fuego". También ha pasado de moda la "'castanyeta'", que era un moño humilde que llevaban bastantes mujeres.

Yo estoy agradecido al montón de castañas que, en tiempos de guerra, mi padre tenía escondido en un rincón de casa. 

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