IDEAS

Lo útil innecesario

Nuccio Ordine, en Barcelona.

Nuccio Ordine, en Barcelona. / Albert Bertran

Domingo Ródenas de Moya

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Un viejo adagio latino ('Habent sua fata libelli') afirmaba que todos los libros tienen su destino (que es el que le damos los lectores), y lo mismo se puede decir de todo escritor, temeroso ante la ruleta de la perduración o el olvido. Ambos destinos son contingentes y un nombre enterrado puede ser exhumado de pronto y devuelta su voz a las librerías. También la permanencia es imprevisible. Alguien que quiso ser poeta ante todo es recordado como periodista; un dramaturgo vocacional se tiene hoy básicamente por novelista y un filósofo es recordado solo por prosa o por sus narraciones. Son los otros (o sea, nosotros) los que deciden qué leer del pasado y cómo y por qué hacerlo.

Nuccio Ordineque hace unos años defendió contundentemente la utilidad de lo inútil, acaba de proponer su inventario de destinos literarios. En 'Clásicos para la vida' (Acantilado) escoge algunos textos y ofrece sus escuetas razones para esa recolecta, pero además añade una salubérrima introducción que es todo un manifiesto en contra de la educación como sistema de manufactura de ciudadanos acríticos (o, como dice, de engorde de pollos).

Nuccio Ordine se manifiesta en 'Clásicos para la vida' contra la educación como manufactura de ciudadanos acríticos

Ordine milita contra la mercantilización de la cultura y contra la burocratización de la enseñanza, pero sobre todo contra la degradación de los principios humanistas e ilustrados que han sostenido la formación de los ciudadanos en Europa: la capacidad de discernimiento y la libertad de juicio, el respeto por la diferencia y la solidaridad con el desfavorecido, la protección de la dignidad humana y el cultivo de la inteligencia crítica y la sensibilidad. Música de las esferas que nadie oye. Hermosa y triste métafora la que brinda, citando a Giordano Bruno, sobre los errores en la educación primaria: abrochar el primer botón en el ojal equivocado supone abrochar mal todos los siguientes y, con ello, condenar a los ciudadanos a un porvenir de insuficiencia, vulnerabilidad y servidumbre. ¿A quién interesa ese destino de seres homogéneos, programados y sumisos? Contra esa pesadilla, la suprema utilidad de lo innecesario: la cultura.

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